26/04/2024

José Carlos Piñero Criado: Oportunidad
J

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Dice nuestra Real Academia de la Lengua que “oportunidad” es la “circunstancia, momento o medio oportunos para realizar o conseguir algo’. El diccionario de sinónimos asimila semánticamente la oportunidad a la “conveniencia, ocasión, coyuntura, pertinencia, coincidencia, casualidad, conformidad, congruencia y exactitud”. 

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Y decían los clásicos que, en medio de la dificultad, yace la oportunidad. 

El Congreso de los Diputados está inmerso en pleno trámite de enmiendas al proyecto de nueva Ley Concursal, que transponiendo la Directiva UE 1023/2019, pretende dotar a los trabajadores autónomos de mecanismos de segunda oportunidad. 

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Resulta frustrante que se plantee una segunda oportunidad de mentira (ahora me explicaré), y paradójico que no reparemos en si existe una primera oportunidad (Creo humildemente que, para muchos españoles, los más desprotegidos, no). 

El proyecto de nueva Ley Concursal establece que aquellos autónomos que, siendo deudores, se acojan a un concurso de acreedores para tener una segunda oportunidad, saldrán de dicho concurso sin deudas privadas (bancos, proveedores, etc), pero mantendrán las deudas contraídas con la Seguridad Social, Hacienda, Ayuntamientos, Comunidades Autónomas…: esto es, les desproveerán de todo, les dejarán des- nudos, por así decirlo, y los tirarán al mar para que puedan seguir nadando… eso si, con una enorme piedra pesada atada a sus pies… inexorablemente se hundirá: esta es la Segunda Oportunidad que nos plantean los legisladores en su Proyecto de Nueva Ley Concursal. 

Pero es que además el Proyecto impide que esa deuda con Hacienda o Seguridad Social se estructure e incluya en un plan de pagos y lo que es sangrante: iniciado el con- curso de acreedores, se suspende cualquier ejecución, salvo la del crédito público, lo que provocará que la TGSS y la AEAT inicien una carrera por ejecutar sus créditos al margen del procedimiento concursal a través de ejecuciones singulares, frustrando nuevamente la posibilidad de una verdadera segunda oportunidad, e imposibilitando el cobro de la deuda concursal, lo cual, además, afecta directamente a las empresas y autónomos acreedoras, dañando seriamente el patrimonio de otras empresas que habían mantenido un comportamiento económico irreprochable. En fin. 

A nuestros legisladores y al Gobierno de la Nación no parece importarles el tirón de orejas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha denunciado los excesivos privilegios del crédito público en España, en su IMF Country Report No. 17/340. Tampoco parecen sentirse obligados por el tenor de la Directiva que se pretende transponer, que no limita la exoneración de ningún crédito, y para colmo el Proyecto de Ley se carga la doctrina establecida por el Tribunal Supremo en su Sentencia de 2 de julio de 2019, en términos muy favorables en cuanto a la exoneración del crédito público para los deudores. 

En el mundo anglosajón, especialmente en EE.UU., si no fracasas varias veces, no eres nadie. En España, si fracasas, no eres nadie, porque forzosamente tendrás que pasar a la marginalidad y a lo que venimos en denominar la “economía sumergida concursal”. 

El proyecto de nueva Ley Concursal, cuya vocación estética (no real) es el establecimiento de mecanismos de segunda oportunidad, puede convertirse, si no se modifica, en UNA GRAN OPORTUNIDAD PERDIDA. 

Estamos en plazo, estamos en trámite de enmiendas, y por eso quiero denunciar el egoísmo de la Administración, que pretende que se exoneren todas las deudas menos las suyas, y reivindicar la necesidad de una norma que establezca que cuando el deudor insolvente es una persona física (autónomo) de buena fe, debe establecerse una exoneración total de su pasivo insatisfecho, también del crédito de derecho público, que les permita beneficiarse de una segunda oportunidad real, evitando su paso a la economía sumergida y a una situación de marginalidad. 

Mencioné al principio la primera oportunidad, porque también tenemos que trabajar para mejorar las condiciones de los emprendedores que quieren, por primera vez, cumplir un sueño de libertad y de autorrealización profesional mediante el inicio de una actividad, gesta de cierta importancia y gran envergadura, que requiere estar dispuesto a tomar riesgos relacionados con el tiempo, el dinero, y el trabajo: no es de recibo que los emprendedores se quemen en el campo de minas de las trabas burocráticas, o se choquen con el muro de las licencias que no llegan y el papeleo absurdo e interminable. 

Y hablando de oportunidades, pensemos también en mejorar las de las personas más desfavorecidas, aquellas con diversidad funcional… merece la pena. 

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En definitiva, aprovecho la oportunidad de estas lineas para reivindicar las oportunidades, todos las meceremos, la primera y las sucesivas, oportunidad de verdad, oportunidad real, ya seamos jóvenes, mayores, discapacitados, de cualquier sexo, residen- tes de zonas rurales, españoles, extranjeros… creamos y creemos oportunidades, y permitamos a los demás que aprovechen las suyas. 

Por cierto, no me gusta el oportunismo, aquella “actitud de aprovechar a toda costa las circunstancias para obtener el mayor beneficio”. 

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