26/04/2024

¿Estamos ante una ralentización económica en Andalucía?
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Venimos analizando desde esta columna la economía andaluza, intentando poner algo de luz en el entorno de incertidumbre que se cierne después de la salida de la pandemia. Pensábamos que el contexto económico internacional saltaría como un resorte después de la vuelta a la normalidad con la vacunación completada de forma casi generalizada. Y así fue. La demanda se disparó y generó un shock inédito debido al ahorro generado en el encierro y a la rotura de las cadenas de suministros por el parón del transporte mundial. Y a eso le unimos la invasión rusa a Ucrania, que tensionó los precios energéticos en Europa, disparando la inflación que aún no hemos controlado.

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Ya en esta ventana he trasladado, como desde la Universidad Loyola y nuestros últimos números tanto del Loyola Economic Outlook como el Barómetro Económico de Sevilla, íbamos actualizando las tasas de crecimiento del PIB nacional y regional y apuntábamos una novedad. La economía andaluza comenzaba a mostrar síntomas de agotamiento en la salida de la crisis y perdía comba con respecto a la economía nacional. De hecho, ya apuntábamos antes de navidades como el crecimiento del PIB español podía moverse en el 1,5% y en cambio en el andaluz se revisaba a la baja en un 1,4%. Es de momento sólo una décima, pero puede estar marcando un cambio de tendencia. Aunque más recientemente, BBVA Research ya ha dado un diferencial de tres décimas, dando un 1,6% para España y 1,3% para Andalucía. Y es que tenemos un factor diferencial con respecto a España: la sequía. El impacto, que hemos calculado también en el seno de la Universidad Loyola, con un escenario de embalses al 28% (en el momento que escribo estas líneas ya vamos por el 25%), podría suponer hasta siete puntos de PIB de impacto negativo. El más del 5% de aportación al valor añadido bruto de la agricultura en Andalucía, más el sector transformador, el agroalimentario, que puede llegar al 20%, se encontraría en una situación muy crítica. Hay producciones agrícolas como el arroz, que ya hablan de poder sembrar no más del 10% de seguir así la sequía.

Pues bien, en este contexto, ya nos encontramos actualizando las previsiones para los siguientes números de los informes, y no vamos bien. El contexto internacional se va frenando. El FMI acaba de publicar actualización de sus previsiones mundiales y El Fondo Monetario Internacional (FMI) augura que la economía española se desacelerará más de lo previsto, lo que le obliga a reducir en una décima su estimación de crecimiento del PIB para 2023, hasta el 1,1%, y en otras dos para 2024, hasta el 2,4%. La revisión de las previsiones de España se enmarcan en un contexto de desaceleración económica en todo el mundo — aunque menos pronunciado de lo esperado en primera instancia— al que sucederá un rebote más débil de lo calculado hace unos meses. Según el FMI, tras crecer un 3,4% en 2022, el PIB mundial se expandirá un 2,9% en 2023, dos décimas más que en la anterior proyección, y un 3,1% en 2024, una décima menos que en su último augurio. El organismo descarta una posible recesión global a pesar de los efectos de la invasión rusa de Ucrania, aunque sí reconoce que la desaceleración será más acentuada en las principales economías.

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Y en este contexto Andalucía debe intentar capear el temporal con lo único que tiene a su alcance: los Fondos Europeos. Porque todo los proyectos de inversión que están llegando, sobre todo en el marco de las energías renovables, no van a tener resultados en el corto plazo. Su impacto tendrá que esperar unos años para que lo podamos computar.

Estos Fondos que provienen de Europa, tanto los del Marco Comunitario de Apoyo ordinario del septenio 2021-2027, como los extraordinarios del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, más conocido como los Next Generation, deben maximizar su efecto multiplicador. Y sobre todo, no podemos permitirnos el lujo de tener que devolver ni un solo euro si queremos compensar la caída de sectores como el agrícola y agroalimentario que van a golpear fuerte a nuestra economía. Soy consciente que Bruselas no pone fácil dicha gestión. Y que el gobierno central ha empaquetado los fondos sin negociación real con las comunidades autónomas. Pero es lo que hay. Mucho peor sería no tener esos fondos. Que se lo pregunten a los escoceses después del BREXIT…

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