25/04/2024

Unidad aceleradora y otras reflexiones
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Leo con cierto optimismo que la Unidad Aceleradora de Proyectos de la Junta de Andalucía trabaja ya en 110 proyectos estratégicos. Digo con cierto optimismo porque ya sabemos lo que tarda la Administración en otorgar los permisos de ciertas iniciativas, algunas esenciales para la generación de empleo y el desarrollo del tejido industrial e innovador de nuestra tierra. La burocracia es un grave problema que, entre todos, debemos abarcar y donde todos sus responsables tienen algo de culpa. Yo tengo claro que no es un problema de recursos, ni financieros, ni humanos: es un problema de organización.

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Si la Administración trabajara eficientemente, no serían necesarias unidades aceleradoras, eso que a nadie le quepa duda. Cuando hablo de la Administración con mayúsculas me refiero a todas ellas: Gobierno Central, Junta de Andalucía, ayuntamientos… pero no me quiero centrar en ninguna en concreto ni caer en la crítica fácil. Lo que si tenemos que intentar es que sus gestores miren con luces largas su actividad.

Otra de las Administraciones que es un quiero y no puedo es la Justicia, y eso nadie lo puede discutir. Los tiempos de la Justicia en España hacen injusto cualquier proceso solo por la desesperación de los años que tienen que pasar para que haya una sentencia. Algo que el que no lo sufre no es muy consciente de ello.

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La Administración es un elefante. Camina muy lenta y torpemente, pero su robustez aparenta fortaleza. El reto es transformar el elefante en otro animal que, al menos, sea ágil. Imagínense cualquiera. Para ello hay que ser valiente y tocar muchos resortes, con el beneplácito de los funcionarios y con la financiación necesaria, todos a una.

Esto no se arregla dejando pasar el tiempo, ni con negociaciones donde el objetivo es la subida de sueldo para garantizar la paz social. Esto va de cambios importantes y de consenso, cambios que de verdad agiten el árbol lleno de hojas secas que sobran y que evitan que los brotes verdes asomen.

Existen procesos obsoletos, funcionarios con productividad discutible y mal reparto de los recursos en muchos frentes e, insisto, que la solución no es poner parches. ¿Alguien duda de que la Sanidad española no es lo que era hace unos años? ¿Alguien tiene la percepción de que la Justicia en Españaes cada vez mejor? ¿Quién piensa que las infraestructuras españolas son excelentes? La realidad es dura. Nuestra Administración es cada vez peor.
Hay ilusos como yo que sueñan con pactos de Estado en materias clave como la sanitaria o la educativa. Y pactos nacionales para agilizar la Justicia y seguir independizándola del poder político, pero estos ilusos ven pasar leyes educativas bastante cutres y sesgadas cada equis años y pocos, por decir algo, acuerdos globales en materia sanitaria. Digo pocos porque en la pandemia si nos hemos remangado todos. Eso sí.

El espíritu de la COVID podría ser un aliciente para soñar ese tipo de acuerdos que impida, por ejemplo, que comunidades que tengan chantajeado a un Gobierno, reciban más recursos que otras y sigan acumulando privilegios. Y esto, por ejemplo, es una de las claves por las que la Administración sigue empeorando en nuestro país. Otra es la deuda… lo que es medible no es discutible. Si estamos en estos niveles de deuda, que sigue creciendo sin freno, y la percepción global es la que es, no hay más conclusión que muchas cosas se están haciendo mal.

Obviamente no todo es malo, hay mejoras y experiencia impresionantes, profesionales únicos en el mundo y ejemplo de compromiso con papel de servidores públicos, hay muchísimos y tenemos que estar orgullosos de ellos, de jueces, médicos, enfermeros, profesores, administrativos…

Desde estas líneas quiero animar a agilizar los proyectos estratégicos de verdad, que los rincones donde se eternizan los papeles desaparezcan y que la transparencia ayude a agilizar en serio aquellas opciones de crear riqueza y empleo que a veces desgastan a las empresas y ahuyentan oportunidades de inversión transformadoras. Porque cuando los asesores internacionales realizan informes para las grandes empresas sobre dónde gastar su dinero, lo primero que miran es si las administraciones son ágiles para resolver. La inacción genera problemas, la eterna patada a la lata sólo empeora nuestra reputación y pone en juego miles de puestos de trabajo.

Todos soñamos con listas de esperas sanitarias aceptables. Ir a urgencias y no estar dos horas esperando sin ni siquiera saber cuándo saldrás de allí. Todos queremos que la Justicia resuelva nuestros problemas pronto y no sea una odisea en el espacio. Y todos suplicamos por que la digitalización de la Administración sea una realidad y no una quimera desde la época del efecto 2000. Ojalá el espíritu del COVID ayude y aparezcan gestores valientes que se remanguen y no prioricen el retorno electoral en su toma de decisiones.

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