La revolución de los recursos minerales es ya una realidad. El Covid ha puesto de manifiesto que, en la medida de lo posible, debemos ser autosuficientes, que nuestros estados no deben depender del suministro de materias primas de otros países. Con cualquier crisis, la escasez de elementos tan básicos como los microchips pueden parar las líneas de producción de grandes plantas industriales con todo lo que ello conlleva. No en vano, la UE acaba de anunciar que movilizará 43.000 millones de euros para fabricar en Europa el 20% del mercado mundial de chips.
Cada día que pasa somos más conscientes de la trascendencia de una buena gestión de nuestras materias primas y empezamos a preocuparnos de dónde proceden los minerales tan necesarios para nuestro día a día, como el cobre, el níquel, el aluminio, o el ahora tan demandado litio.
Y cuando nos planteamos quién dispone de estos recursos, nos encontramos con que en nuestra tierra, Andalucía, disponemos de muchos de estos recursos y los explotamos de una forma modélica, única incluso. Nuestro país es ya el segundo productor de cobre de Europa y Andalucía tiene mucho que ver en ello.
El cobre es esencial para la revolución ambiental a la que el planeta debe enfrentarse. Un coche eléctrico puede necesitar más de 80 kilos de cobre para su fabricación, muchísimo más que los coches de gasolina. ¿Y saben cuántos minerales necesita la producción de un teléfono móvil? Algunos conocidos: aluminio, silicio, litio, carbono, cobalto o níquel y otros no tantos: galio, tantalio, magnesio, praseodimio, neodimio, gadolinio, terbio, disprosio… Y muchos más sin los cuales la telefonía no podría existir tal y como la disfrutamos.
Y como el cobre otras materias primas, algunas tan conocidas como la cal, que, para el que no lo sepa, tiene más de 140 usos industriales y en Andalucía es fundamental para la gestión de plantas mineras, por ejemplo.
El futuro de la minería en nuestra comunidad es muy ilusionante, no solo por la elevada demanda del mercado, sino porque el sector se moviliza y crece, tanto a nivel empresarial como asociativo. Un ejemplo claro es AMINER, la asociación de minería metálica que comenzó su andadura hace algo más una década con un puñado de empresas y que hoy aglutina a casi 50 compañías del sector en toda España y que a su vez está representada en asociaciones como Primigea que abarca el conjunto de las materias primas minerales.
Una de las apuestas más reseñables de AMINER es, sin duda, el Mining and Minerals Hall (MMH), un evento internacional que en octubre celebrará en Sevilla su cuarta edición y que prevé revalidar el éxito de citas anteriores. Más de 10.000 personas visitaron la última feria, dato que a buen seguro se superará en la edición de octubre.
Por cierto, el comisario de este evento, es Javier Targhetta, CEO de Atlantic Copper y reciente Medalla de Andalucía, hito que subraya el papel tan importante de una empresa modélica que es, desde hace años, líder a nivel mundial en eficiencia energética. Este reconocimiento nos motiva a todos los que creemos que la minería es clave para nuestro desarrollo y que, siguiendo el modelo de estas empresas, el crecimiento sostenible de nuestra tierra está garantizado.
En pocos meses la Mina de Aznalcóllar volverá a abrir con un proyecto medioambiental espectacular liderado por Grupo México; Atalaya Mining continúa creciendo a un ritmo envidiable con multitud de nuevos proyectos que le garantizan la vida a la explotación durante muchos años; MATSA, que estrena propietarios, también va a seguir dando buenas noticias poniendo en marcha nuevos e ilusionantes proyectos; y Cobre Las Cruces, va a desarrollar una nueva planta innovadora que está generando muchas expectativas en el sector.
Y se siguen realizando investigaciones y prospecciones en la Faja Pirítica. Empresas que realizan importantes inversiones con el objetivo de desarrollar proyectos y explotaciones minerales como Alto Minerals, Tharsis Mining… por poner algún ejemplo.
Y no quiero olvidarme de Cosentino, empresa y marca de referencia en todo el mundo que representa lo mejor de lo que los empresarios andaluces son capaces, llevando la innovación y el compromiso con la sostenibilidad a todos los rincones del planeta.
Detrás de todas estas grandes compañías hay miles de pymes que trabajan para prestar todo tipo de servicios e implementar en sus procesos tecnología puntera, como la que desarrollan compañías como TORSA en Málaga o como Clantech, diseñando hidrogeneras para el suministro industrial.
Con este panorama no podemos pensar en Andalucía sólo en clave de turismo o en clave de agricultura. Es necesario impulsar estos sectores que ya son estratégicos para que sigan creciendo en términos de competitividad e internacionalización porque en pocos años, sin duda, representarán un buen pellizco de nuestro PIB. Hay que poner en valor su responsabilidad y su compromiso con la sostenibilidad y, sobre todo, es preciso que la sociedad vislumbre su papel determinante para el progreso de nuestra tierra. Por ello, ahora más que nunca, apuesten por nuestra tierra.
