¿Recuerdan que no hace mucho estábamos en plena pandemia por el Covid-19?
¿Recuerdan cómo estuvimos metidos en casa sin poder salir apenas a comprar lo justo?
¿Recuerdan de qué manera cambió todo en aquellos días inciertos y absolutamente desconocidos?
¿Recuerdan cómo las redes sociales se convirtieron en nuestra manera de comunicarnos pero también de exponernos a todos?
¿Lo recuerdan?
Hago hincapié y utilizo la figura retórica de la anáfora porque parece que muchos han olvidado aquellos momentos. Unos momentos que supusieron un punto de inflexión que lo transformó todo y que cambió nuestras formas de vivir y de consumir, durante una etapa que a mí, personalmente, se me hizo eterna, pero que también resultó ser una “evolución” radical en la forma de ver, de vernos y de comprar.
Aquel escaparate al mundo, llamadas redes sociales, fueron y son una forma de expresión, pero también un gran canal de ventas. Un canal que llevaba años a disposición de los consumidores y que en aquellos momentos, era el nexo de unión indispensable con los productos que necesitábamos.
Hago este ejercicio de “background” porque es necesario mirarnos en aquel espejo que lo paró todo y en el que uno de los sectores que más sufrieron fue, precisamente el de la salud y la belleza. No salíamos y, por lo tanto, no teníamos que utilizar cosméticos ni tampoco acudir a ningún espacio en el que mejorar algo que podría esperar.
Eran tiempos de crisis y en los cabía recordar aquella frase que se hizo famosa en la Segunda Guerra Mundial: “La belleza es tu deber”; y es que, a lo largo de la historia, el papel que ha jugado la industria de la belleza, ha sido fundamental. Eran tiempos en los que pintarse los labios de rojo subía la moral pero que en pandemia, este artículo casi que desapareció del carrito de la compra, aunque no de las pantallas de los miles de soportes que utilizamos, en aquellos y en estos días.
Pero poco a poco hemos vuelto a nuestros hábitos, y aunque este sector no sea como el de la alimentación o el turismo, España y, concretamente Andalucía, cuenta con una industria pujante en el mundo de la salud y la belleza.
Un sector que arroja datos en los que podemos apreciar que el crecimiento es imparable, según Euromonitor; con un nivel de crecimiento mundial, entre 2021 y 2025, del 14% y que, concretamente en este año en el que estamos, el 2023, sólo la industria de la cosmética generará 800.000 millones de dólares en todo el mundo, doblándose, con respecto al año 2017, cuando la facturación llegó a los 530.000 millones (CB Insights).
Todas estas cifras se deben extrapolar a Andalucía y tener en cuenta porque son numerosos los empresarios y empresarias del sector de la salud y de la belleza que, desde nuestra tierra y en plena pandemia, han dado un paso al frente para seguir creciendo y creando empleo a pesar de las circunstancias. Un paso al frente no exento de riesgos porque era una época en la que no se sabía cómo iba a responder el cliente pero en el que muchos creyeron que debían apostar.
Uno de estos ejemplos es el de Loja Ojeda, directora gerente de L&M Tu Silueta, un centro avanzado de estética y belleza que ya cuenta con cuatro centros, dos de ellos franquicias, en Sevilla, Córdoba y Mairena del Aljarafe.
Ella fue una de estas empresarias que arriesgó todo su patrimonio personal, siguiendo a una intuición que no la engaño; y que ahora sigue con sus planes de expansión a nivel nacional e internacional, a pesar de las pocas ayudas de financiación a las que ha podido tener acceso.
Otro de estos referentes es Técnolaser Clinic Visión, la clínica oftalmológica líder en Sevilla, a cuyo frente Federico Alonso y Arancha Herrera no dejan de esforzarse, junto a su equipo para invertir en la última tecnología. Una empresa que no para de innovar y de ofrecer avances para mejorar la salud visual y demostrar, día a día, su responsabilidad social empresarial con unos valores que los identifican en todo el mundo. También tenemos que destacar el papel esencial que protagonizan, lo miles de autónomos que junto a sus pequeños equipos y a pie de calle, saben, porque lo saben, que sobre sus hombros recae el peso de la economía, no sólo de Andalucía sino de todo un país.
Son muchos los empresarios de este sector que se siente frenados porque no cuentan con la ayuda económica de administración o entidades bancarias, o que ven cómo los requerimientos, en algunos casos, son imposibles de cumplir; o por las altas tasas de impuestos que están obligados a pagar y a asumir. Por lo que es indispensable contar con este tipo de inversión y ayudas, ya que son numerosos los que van a pulmón para continuar.
Está claro que no sólo del turismo vive Andalucía. Por eso, ahora más que nunca, se hace más que necesario “cuidar” y contribuir para que éste sector disponga de oxígeno y crezca dando respuestas a las nuevas necesidades que surgen constantemente, no sólo del consumidor y del paciente de aquí, sino también a los que vienen de fuera para disfrutar de las muchas bondades de los servicios de un sector que está en auge.
