Cuando empezamos este año 2023, sabíamos que iba a ser un año electoral. Aún recuerdo enero como pistoletazo de salida a una precampaña temprana, todos los partidos sacaban la caballería a la calle (y a las redes) para prometer los mejores alcaldes y gobiernos regionales. Todo olía a papeletas, urnas y promesas. Aquellos que nos dedicamos a los medios de comunicación ya sabíamos a qué atenernos y los ciudadanos se prepararon para unas calles llenas de carteles, apretones de manos e incluso besos y abrazos de políticos que fingían conocernos. El 28 de mayo en el horizonte, pondría un punto y seguido con un continuará, hasta finales de año para las elecciones generales. ¡Pobres ingenuos fuimos!
La resaca post electoral amanecía en tensa calma. Los resultados fueron una sorpresa en gran parte del país y en muchos ayuntamientos, pero confieso que la sorpresa de media mañana fue mayúscula cuando Pedro Sánchez anuncia adelanto electoral… ¡el 23 de julio! La cara de Àngels Barceló, representando a todo el país en directo. Llamadas de teléfono, incredulidad y WhatsApp. Eso en nuestro caso, no quiero ni pensar en lo que pensaron miles de afiliados y candidatos que acababan de terminar una intensa campaña para sus formaciones políticas y visualizaban los más de cincuenta días que venían por delante, otra vez a combatir y no todos con la misma ilusión. Alguien me decía hace unos días que para la guerra hay que tener en cuenta la moral de las tropas, y qué gran verdad.
Si entramos a analizar los motivos que han llevado al presidente del gobierno a este precipitado adelanto electoral, tenemos para todos los gustos. El motivo exacto solo lo sabrá él, o unos pocos. Muchos me aseguraban que esta convocatoria de elecciones se hace porque, en diciembre, la derrota del PSOE sería aún más dura, según sus cuentas. Algunas voces cuentan que muchos de los barones y pesos pesados del partido “exigían su cabeza” de manera fulminante y que, dando buena cuenta de su poder estratégico, convocaba elecciones para proteger su puesto ya que, en estas circunstancias, nadie generaría una nueva crisis interna al retirarlo precipitadamente.
Sin embargo, otros se muestran convencidos de que es un acto de responsabilidad, los resultados electorales muestran un mínimo respaldo a su partido y la pérdida de confianza del pueblo en él y en todo el gobierno se hace evidente, así, pretende darles voz a los ciudadanos en un acto de respeto y responsabilidad política. Honestamente, y partiendo de la base de que soy optimista y creo en la responsabilidad de los cargos públicos, quiero inclinarme por la última opción. Sin embargo, también recuerdo que su libro se llama “Manual de resistencia”. ¿Gran estratega o político responsable que se debe al pueblo? ¿Sálvese quien pueda o salud democrática? Sociológica y psicológicamente, digno de estudiar y dedebate.
Lo que está claro es que tendremos un verano marcado por las papeletas, mítines y campañas. Cuando lo único que queríamos era irnos de vacaciones. Queríamos arena y tenemos papeletas. Porque sí, julio nos lo han quitado. Todo aquel que no haya comprado sus vacaciones antes del 29 de mayo, tiene que acudir a la mesa electoral si así le toca. Y habrá quien diga que, a esas alturas, todo aquel que quisiera irse de viaje en julio lo tendrá adquirido con anterioridad. Pero no, muchos y por varios motivos, no tendrían a 29-M adjudicadas sus vacaciones, o simplemente estarían esperando a cobrar la nómina de junio para pagar el apartamento en la playa, o el billete de avión para ir al pueblo. No se preocupen, la picaresca y la creatividad harán su aparición como ya lo hicieron durante la pandemia. Y no los culpo, porque el 23 de julio no es una buena fecha para unas elecciones generales, ahí estamos todos de acuerdo. Ciudades vacías, vacaciones… no es una buena fecha y no se ha pensado en eso… ¿o sí?
Montserrat Hernández
Directora de Tribuna de Andalucía
