Mucho se está hablando de las sucesivas subidas de los tipos de interés, y es lógico, con el Euríbor en máximos del 2009, con una diferencia sustancial, en aquel momento venía en descenso, y actualmente en ascenso “y sin frenos”, o eso parece.
Solo ver su curva de enero a la actualidad de 2022, asusta, y no es para menos, hasta su porcentaje de crecimiento pierde sentido, pasando del negativo -0,505% al positivo 2,510%, a lo que habría que sumar nuestros diferenciales, seamos particulares o empresas.
Es curioso mirar al pasado e indagar en mi etapa profesional dentro de la banca, en la que los modelos proyectados, allá por 2016, nos vaticinaban un Euríbor plano entorno al 0% durante los próximos 15 años, es decir, al menos hasta 2031, y aquí estamos en 2022. Resultó que esos modelos no preveían la COVID-19 ni la Guerra de Ucrania, y quién sí.
¿Y que tendrá que ver el Euríbor con la luz?
No vengo aquí a hablar de lo que todos estamos hablando, sino del precio de la luz, y diréis, ¿acaso de la luz no está hablando todo el mundo? Pues también, pero no del efecto tsunami que vendrá si no se toman medidas en tiempo y forma, a nivel nacional y supranacional.
Todo surge de una conversación real con el Gerente de una importante empresa de la industria del vidrio, en la que al preguntarle cómo le había evolucionado el precio de la electricidad, de la luz, me respondió, directamente, “Alberto, por tres, tengo que darle solución”.
Resulta que venían soportando las alzas de precios de la electricidad con relativa tranquilidad y sin afectarles, gracias a su contrato cerrado para industria a precio €/kW fijo, más menos a 0,09€/kW.
Pero todo tiene su final, y cuando llegó la renovación del citado contrato el mes pasado, por tres, pasando a 0,27€/kW.
Es decir, para esta empresa e industria, donde el consumo energético es de sus principales costes de producción, de un día para otro, se multiplicó por tres. Imaginad el efecto en la cuenta de resultados.
Y es aquí donde vienen los paralelismos entre el Euríbor y luz, todos tenemos puestos nuestros ojos en las próximas actualizaciones del Euríbor en nuestras hipotecas, pero no se puede olvidar que también irán cayendo renovaciones en los contratos de electricidad, irán cayendo nuevos por dos o por tres.
Hablamos del Euríbor porque nos afecta en lo personal a todos los que tengamos hipotecas, seamos empresarios o empleados, pero no debemos dejar de mirar el efecto del tsunami de las renovaciones de los contratos energéticos.
Incluso a las empresas, como bien saben los empresarios que nos leen, les puede afectar más el por dos por tres de la luz, como coste directo de producción, que el efecto del Euríbor, porque éste último dependerá de su estructura productiva, instalaciones en alquiler y no en hipoteca, y financiera, por tipos fijos y actualmente en su mayoría garantizados por el ICO.
La renovación del contrato energético les afecta a todos los empresarios e industrias por igual, directamente en sus costes de producción, y por tanto, en su cuenta de resultados.
Y ahí surgen las dudas de si aceptar el nuevo precio fijo, por dos o por tres, o irse a mercado, donde surge de nuevo el paralelismo con las hipotecas, tipo fijo o tipo variable. A pesar de todo, yo siempre soy de tipo variable.
A pesar de todo, y dado que no hablaré aquí de las medidas públicas que se deban adoptar, si debemos “estar tranquilos” porque seguro que se adoptarán, tened en cuenta que el precio de la energía en Alemania, muy por encima de España o Portugal. Sólo falta que se tomen en tiempo y forma.
Estas palabras no son sólo un que “viene el lobo”, sino un “actuemos”. Ese por dos o por tres en el coste de la energía, unido a los ya conocidos incentivos a la implementación de energías renovables, pone en bandeja la inversión en las mismas.
De forma directa, en las inversiones en energías renovables, por ejemplo, en fotovoltaica para autoconsumo solar, dado que el plazo de amortización financiera se vincula directamente con el precio al que estemos pagando la energía, si la misma se multiplica por tres, el plazo de amortización se divide entre 3, pudiendo encontrar casos que de un plazo inicial de 6-7 años, estén ahora en plazos de sólo 2-3 años para recuperar la inversión, vía ahorros en el consumo de energía, para inversiones de vida técnica de 20-25 años. Soluciones hay, seamos proactivos.
