27/07/2024

Somos como nos movemos
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La forma en la que nos movemos, viajamos y nos trasladamos ha venido definiendo a la sociedad, sus idiosincrasia y preocupaciones a lo largo de la historia. El hombre lleva […]

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La forma en la que nos movemos, viajamos y nos trasladamos ha venido definiendo a la sociedad, sus idiosincrasia y preocupaciones a lo largo de la historia. El hombre lleva miles de años queriendo perfeccionar sus desplazamientos haciéndolos cada vez más seguros, más rápidos, más cómodos, y, de un tiempo a esta parte, más sostenibles. Por ende, podemos decir que el transporte, de personas y de mercancía, es un concepto inherente a nuestra existencia. Cuyos avances y modernización han sido fruto, siempre, del trabajo de los ingenieros. De esa evolución de la movilidad, que comenzó siendo animal y pasó a ser motorizada, España supo sacar en su momento partido convirtiéndose en el segundo fabricante europeo y noveno del mundo gracias a su competitividad, fruto de trabajadores muy cualificados y fábricas automatizadas que, capitaneadas por nuestros ingenieros, son punta de lanza de la industria 4.0 en el país. Incluso reduciendo nuestro radio de orgullo, y ciñéndonos a nuestra provincia, Sevilla ha sido referente y protagonista en la historia de la movilidad en el mundo: aquí tenemos la fábrica de cajas de cambio de Renault, una de las fábricas más productivas de la marca, que actualmente trabaja para ser proveedora de cajas híbridas para todo el mundo. Curiosamente esta fábrica tiene su origen en la industria de la aviación, de la que también son referentes Sevilla y Andalucía con plantas de AIRBUS MILITARY, donde llevan a cabo su actividad muchos de los colegiados de COGITISE, procurando también un tráfico aéreo más sostenible.

Como decía, actualmente la movilidad está atravesada de forma ineludible por la urgencia de la descarbonización, desde que se pusiera sobre la mesa la necesidad de combatir la crisis climática de forma coordinada y decidida entre los distintos agentes inter- nacionales en el Acuerdo de París en 2015, uno de los primeros asuntos señalados fue la forma en la que nos desplazamos o trasladamos mercancía. Los datos eran alarman- tes: más del 30% de las emisiones de CO2 en la Unión Europea procedían del sector del transporte, además, el espacio público estaba cada vez más invadido por vehículos, exactamente el 80% de este está ocupado por automóviles, perjudicando esto de manera seria y directa a la salud de los ciudadanos. Urgía, y urge, una solución. Aunque una vez más, desde Sevilla llevábamos ventaja: el primer coche eléctrico español fue diseñado y fabricado en nuestra ciudad, por el profesor D. Francisco Domínguez-Adame Romero, Doctor en Ingeniería Industrial y Catedrático de Hidráulica y Motores Térmicos de la Escuela de Peritos Industriales de Sevilla. Domínguez-Adame lo elaboró artesanalmente, lo homologó y lo matriculó en 1946, sin saber que el suyo sería el prototipo de otros muchos que llegarían en el futuro por exigencias de la Unión Europea. Y en esas estamos los ingenieros, apoyando a un sector que se ve obligado a experimentar una gran transformación y en un tiempo limitado, un sector que a su vez da servicio y empleo a gran parte de la sociedad: hoy la automoción aporta casi el 10% del PIB y del empleo. Y es por ello por lo que estamos presentes a lo largo de toda la cadena de valor, aportando soluciones para frenar las graves consecuencias que nuestro planeta sufre por el abuso de fuentes de energía fósiles. Desde la innovación, trabajando para conseguir baterías de mayor densidad y menor degradación, inmersor en la electrónica y la consecución de motores más eficientes, con materiales menos escasos y más reciclables, diseñando sistemas de recarga más rápidos y de mayor implantación en nuestro territorio, investigando otras fuentes renovables como el hidrógeno verde o ideando sistemas alternativos de almacenamiento de energía.

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No está siendo fácil en absoluto, y más con un justificado tic tac que nos asegura que el tiempo corre y que las consecuencias de la crisis climáticas son cada vez más difíciles de revertir pero tenemos la gran esperanza de que tras esta lucha está uno de los colectivos más humanos y con más vocación de servicio de la historia: los ingenieros técnicos industriales, siempre superándose y formándose, trabajando de manera incansable y coordinada para que el mundo sea un lugar más amable y ahora también, más eficiente y sostenible.

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