Durante el mes de mayo, cuando Sevilla se engalana de primavera, se celebra el mes de María. El alumnado del centro educativo Ribamar lleva a cabo una actividad que comenzó hace ya 4 años y que busca rendir homenaje a la Virgen, visitando los rincones del centro de la ciudad. Una peregrinación urbana, íntima, en sintonía con el Año Jubilar que se vive este 2025, un tiempo de gracia que la Iglesia ha proclamado como el Año de la Esperanza.
El alumnado realiza en diferentes recorridos, itinerarios en los que se desconecta de las nuevas tecnologías y se aprovecha para observar alrededor, compartir tiempo de calidad con los compañeros, conocer los espacios que les rodean y buscar, un poco más allá a María en cada rincón, en cada hornacina oculta, en cada templo. Un silencio cargado de siglos de devoción.
Organizados en seis itinerarios que atraviesan el corazón de la ciudad —de Santa Cruz a San Bernardo, de la Catedral a la Capilla de los Marineros—, nuestro alumnado traza una cartografía espiritual. Su misión es sencilla: hallar imágenes marianas. Pero lo que encuentran es otra cosa. Descubren la belleza de detenerse, de contemplar, de descubrir y de vivir el momento de manera consciente.
A su paso y en sus visitas, dejan junto a las imágenes marianas un clavel, una oración y una intención elevada con esperanza. La respuesta de la ciudad es conmovedora. Vecinos que se detienen, emocionados. Comerciantes que custodian flores y oraciones como si fueran reliquias. Transeúntes que descubren que una plaza puede convertirse, de pronto, en capilla abierta al cielo. Sevilla ha acogido este gesto con mucha naturalidad y los brazos abiertos.
En un mundo cambiante, el alumnado de Ribamar descubre que su ciudad no es solo belleza o postal, sino tierra consagrada por generaciones que depositaron en ella su fe, anhelos y temores.
Este Año de la Esperanza, además de transmitir conocimientos, desde Ribamar se anima a despertar corazones. Despertar la capacidad de asombro, la sensibilidad hacia lo bello, la responsabilidad hacia el otro. Y gestos como los que realiza el alumnado de ESO y Formación Profesional en mayo, muestran
su compromiso con el entorno, con el conocimiento de la cultura y la tradición que albergan las calles de la ciudad, así como la devoción de sus mayores.
La esperanza no es ingenuidad. Es una decisión. Una forma de mirar el mundo con ojos nuevos. Y eso es lo que han hecho: sembrar esperanza en cada rincón mariano de Sevilla.
Si estos días ves una imagen de la Virgen adornada con un clavel y una oración, sabrás que Ribamar ha pasado por allí.