29/05/2025

Luz en la comunicación del apagón
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Si hay algo en este país en lo que somos el número uno es en retirarse de las responsabilidades. Unos días después de un apagón que ya apunta incluso como […]

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Si hay algo en este país en lo que somos el número uno es en retirarse de las responsabilidades. Unos días después de un apagón que ya apunta incluso como el causante o detonante de varios fallecimientos y numerosas pérdidas económicas en diferentes sectores económicos y comerciales, nadie hace autocrítica ni se quiere responsabilizar del entuerto.

Hay varios inputs en la comunicación de este suceso claves. El primero es que se tardaron más de seis horas en hacer declaraciones públicas del suceso, y por supuesto, sin apuntar responsables y señalando a terceros. Otro input es que el operador responsable de la red eléctrica, Red Eléctrica Española, sí fue informando puntualmente de lo que acontecía y posteriormente su presidenta sí ha dado la cara públicamente en numerosos medos de comunicación. Otro input es que el resto de los operadores han metido todos la cabeza en el hoyo, por decirlo así.

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Partimos de un mensaje en la red social X del pasado nueve de abril en que Red Eléctrica Española decía con contundencia que ante las informaciones publicadas no existe riesgo de apagón, REE garantiza el servicio. Todo venía de la polémica por la más que posible muerte anunciada de las centrales nucleares en España y los informe de Ernest&Young entre otros donde se ponía de manifiesto el riesgo de un colapso energético.

Desde el 28 de abril a las 12:33 horas hemos escuchado a cientos de expertos en electricidad y economía hablando de un tema complejo del que nadie sabe profundizar. Se ha eliminado y recuperado la posibilidad de un ciberataque en varias ocasiones y se ha incluso acusado directamente a los operadores privados que se esconden de esa posibilidad.

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Creo que en todos estos días han faltado muchas cosas en materia de comunicación. La más importante es la claridad con la que hacemos referencia a los hechos. A día de hoy, cualquier persona de bien no tiene claro que ha pasado, solo que se ha quedado sin luz equis horas y que podemos tardar años en encontrar al responsable de ello, si que es finalmente se culpa a alguien. Entonces, ¿quién paga la factura de la luz cortada? Los millones de euros en reclamaciones que vendrán en los próximos meses… Pues no sabemos quién los va a pagar.

Lo que tengo claro es que cada vez hacen más el ridículo los políticos que se les hincha la vena exigiendo dimisiones y responsabilidad y que después intentan justificar sus acciones como anécdotas carentes de responsabilidades políticas. Cualquier ciudadano que vea como los políticos quieren que dimitan numerosos políticos de su color contrario por desastre naturales como nevadas, riadas o similares desgracias, ahora reparten culpas por desastres organizativos de su gestión, sin que se asuma culpa en un suceso que, no olvidemos, le ha costado la vida seguramente a más de una persona.

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La fragilidad manifestada por nuestro sistema eléctrico era impensable hace unas semanas, nuestro robusto sistema es ahora algo que se puede romper y encima por causas que desconocemos provocando daños lamentables. La reputación de un sector y de un país se han visto dañadas por algo que parece se estaba advirtiendo y, como suele pasar en estos casos, se ignoraban esas advertencias.

¿Qué estamos viendo ahora? Pues cortinas de humo para evadir responsabilidades. Cuestionar el sistema actual señalando encima a lo que no ha influido en nada, como la energía nuclear. Se abren debates sin consistencia donde se demuestra masivamente el desconocimiento de una sistema complejo que se cuenta fatal, a pesar de los esfuerzos de algunos medios de comunicación.

Lo único bueno de estar cosas es que a veces sirven para mejorar. Como cuando te salvas de un infarto. A veces te sirve para reconducir la situación, poner recursos donde no había y volver a tener salud. En este caso, salud reputacional. Hasta la fecha, esa reputación está por los suelos.

En definitiva, hubo una falta de información clara y oportuna: La ciudadanía experimentó una escasa comunicación por parte de las autoridades. Las redes sociales, en lugar de ser una fuente de información confiable, se convirtieron en espacios de desinformación y caos, lo que dificultó la orientación efectiva de la población durante la crisis.

Asimismo, la hubo descoordinación en la respuesta de emergencias. En las Islas Baleares, a pesar de no sufrir cortes eléctricos directos, se activó el protocolo de emergencia Platerbal debido a la caída de las telecomunicaciones. El número de emergencias 061 dejó de estar operativo, y las llamadas fueron redirigidas al 112, lo que evidenció una falta de preparación en la infraestructura de comunicación ante situaciones críticas.

¿Cómo mejorar?

Hay que hacer una revisión de protocolos de comunicación. Es esencial que las autoridades revisen y actualicen sus protocolos de comunicación en situaciones de crisis, asegurando que la información llegue de manera clara y oportuna a la ciudadanía. Fortalecer la infraestructura digital: Se debe invertir en la resiliencia de las redes de telecomunicaciones y en sistemas de respaldo energético para garantizar su funcionamiento durante emergencias; y educación digital y alfabetización mediática: Es fundamental promover la educación digital y la alfabetización mediática entre la población, para que puedan distinguir entre información confiable y desinformación, especialmente en situaciones de crisis.

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