Julio, la Fundación Andanatura lleva años trabajando por el desarrollo sostenible. ¿Podría explicarnos cómo ha evolucionado su misión desde sus inicios hasta la actualidad, adaptándose a los desafíos y oportunidades en materia de sostenibilidad?
En 2024 la Fundación Andanatura ha cumplido 30 años. Es una organización ya madura, con una trayectoria consolidada.
Cuando nacimos, lo hicimos de la mano de la Consejería de Medio Ambiente, con una misión principal muy centrada en la conservación, promoción y divulgación de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. Contábamos entre nuestros patronos con la propia Consejería y otras entidades. También comenzamos a apoyar una iniciativa novedosa en aquel entonces: la marca “Parque Natural de Andalucía”, como instrumento
de valorización de productos procedentes de dichos espacios.
En aquel momento, éramos una fundación muy centrada en la conservación y promoción de los espacios naturales protegidos. Andalucía cuenta con 24 parques naturales y 3 parques nacionales, por lo que su territorio protegido es muy significativo.
Con el paso del tiempo, como todas las organizaciones, hemos evolucionado para adaptarnos a las nuevas necesidades sociales, siempre dentro de nuestro objeto fundacional. Desde nuestra creación en 1994, y especialmente a partir de los años 2000, nuestra estrategia se ha orientado hacia el desarrollo socioeconómico sostenible.
Este enfoque se alinea con lo que hoy se denomina “conservación dinámica”. ¿A qué nos referimos con este concepto? En los espacios naturales protegidos, especialmente en los parques naturales, viven personas. La fijación de la población al territorio y la existencia de empresas y actividades económicas sostenibles son claves para garantizar la conservación.
Trabajar con estas personas y empresas permite desarrollar un modelo de crecimiento equilibrado que, al mismo tiempo, protege el medio natural.
La Fundación ha seguido realizando proyectos de conservación y divulgación, como al inicio, pero con una doble perspectiva. Por un lado, ejecutamos proyectos de conservación en sentido estricto: recuperación y protección de humedales, actuaciones con aves esteparias, sistemas forestales como la dehesa, etc. Por otro, desarrollamos iniciativas centradas en el desarrollo socioeconómico sostenible, colaborando con empresas del territorio.
¿Por qué con empresas? Porque buscamos que se asienten en el medio rural entidades sólidas, con capacidad para competir, crear empleo de calidad y ofrecer oportunidades reales a las nuevas generaciones. La permanencia de población y empresas en el territorio
contribuye, además, a los objetivos de conservación, evitando el abandono y los problemas ambientales asociados, como los incendios forestales o la degradación del paisaje.
En este año 2025, ¿en qué líneas de actuación están centrando sus esfuerzos? ¿Podría destacar algún proyecto especialmente relevante?
Actualmente estamos impulsando proyectos tanto de conservación como de desarrollo socioeconómico. En el ámbito de la conservación, estamos intensificando una herramienta que utilizamos desde hace tiempo: la custodia del territorio. Este instrumento permite
implicar a propietarios privados (de fincas agrícolas, forestales o incluso espacios marinos) en la gestión sostenible de sus terrenos.
Hoy por hoy, mantenemos acuerdos de custodia agraria y forestal en más de 2.500 hectáreas en Andalucía. Nuestro objetivo a corto plazo es alcanzar las 10.000 hectáreas, lo que supondría un hito muy relevante. Aunque en otros territorios esta figura está más implantada, en Andalucía estamos avanzando con paso firme.
En cuanto al desarrollo socioeconómico, ejecutamos ocho proyectos con financiación europea, tres con financiación nacional y otros con apoyo autonómico o provincial. Trabajamos, por ejemplo, en la valorización de productos procedentes de la dehesa, para que su rentabilidad no dependa de una carga ganadera excesiva. Apostamos por mejorar la comercialización, abrir mercados internacionales a través del proyecto Export Plus, eliminar barreras idiomáticas y administrativas para pequeñas empresas, y ayudarles a profesionalizarse y ser más competitivas.
También desarrollamos iniciativas en el ámbito de la economía social, fomentando el modelo cooperativo como estrategia de crecimiento, así como proyectos de digitalización para aumentar la madurez digital del tejido empresarial rural.
En definitiva, todos nuestros proyectos comparten un mismo objetivo: dotar a las empresas de herramientas de competitividad, haciendo que sean resilientes, innovadoras y sostenibles.
En este contexto, imagino que las alianzas resultan fundamentales. ¿Qué tipo de colaboraciones considera más valiosas para alcanzar sus objetivos?
Sin duda. En Andanatura tenemos claro que uno de nuestros mayores activos es nuestra red de colaboración, tanto a nivel nacional como europeo. Esta red nos da fuerza, nos permite compartir conocimiento, ganar experiencia y abordar proyectos ambiciosos en consorcio con entidades públicas y privadas, como fundaciones similares
a la nuestra en Portugal o Francia.
Este trabajo en red no solo es esencial para nosotros como organización, sino que también lo trasladamos a las empresas con las que colaboramos. En todos nuestros programas insistimos en que la cooperación empresarial, la asociación y la compartición de recursos son claves para que las pymes rurales ganen volumen, competitividad y capacidad de supervivencia.
Creemos firmemente que trabajar en red es la estrategia más eficaz tanto para organizaciones como para empresas.
A pesar de todo lo comentado, el camino hacia la sostenibilidad conlleva desafíos. ¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrenta la Fundación en su día a día y cómo los abordan?
Afortunadamente, la conciencia en torno a la sostenibilidad ha avanzado mucho, tanto en el
ámbito personal como empresarial. Hoy en día, como consumidores, exigimos a las empresas que sean sostenibles, y estas han entendido que ese es el camino correcto. Las
grandes empresas ya lo han integrado en su estrategia.
Nuestro reto está en que las pequeñas y medianas empresas no se queden atrás. Las pymes rurales, de por sí, ya trabajan en entornos sostenibles, pero muchas veces no
saben cómo comunicar ese valor añadido.
Por ello, uno de nuestros objetivos es ayudarles a incorporar la sostenibilidad como un factor de competitividad. Queremos que la utilicen para atraer clientes concienciados, pero también para mejorar su eficiencia y reducir costes a través de prácticas sostenibles como la eficiencia energética.
Al final, se trata de que tomen decisiones empresariales inteligentes que integren la sostenibilidad en su estrategia, tanto por responsabilidad como por rentabilidad.
Creemos que esta es la dirección correcta para la economía rural y global.