24/03/2025

Fulgencio Torres (Coop. Agro. Andalucía): “Necesitamos más infraestructuras hidráulicas que retengan el agua para momentos en los que no tenemos”
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"Hay que vigilar que esas exportaciones también respeten la Ley de la Cadena Alimentaria porque, tal como está redactada, incluso productores europeos ejercen una competencia desleal con los nacionales"

El campo andaluz ha reverdecido, nunca mejor dicho, con las recientes lluvias. ¿Qué han arreglado estas precipitaciones?  Estas precipitaciones nos han dado un respiro, pero no han arreglado el problema […]

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El campo andaluz ha reverdecido, nunca mejor dicho, con las recientes lluvias. ¿Qué han arreglado estas precipitaciones? 

Estas precipitaciones nos han dado un respiro, pero no han arreglado el problema de fondo. Veníamos padeciendo un ciclo largo de sequía y cultivos leñosos como el olivar, los cítricos e incluso los regadíos se estaban resintiendo. Estas lluvias han hecho que vayamos a obtener una buena campaña de cereales y buenas perspectivas para las hortícolas de verano, porque donde no se iba a plantar, se ha plantado. Sin embargo, la preocupación sigue ahí, hacen falta inversiones y un cambio normativo para que las leyes se ajusten a la realidad. El agua es una fuente de riqueza, si queremos fijar la población en las zonas rurales, mantener el empleo, es necesario que dispongamos de agua, pero mientras las administraciones no sean conscientes de eso no arreglaremos el problema.

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Sin embargo, hay otras cuestiones que no se arreglan con la lluvia.  Ustedes han estado en primera línea de batalla, junto a los sindicatos,  movilizando al sector. A día de hoy ¿cuáles son sus reivindicaciones?

Pues principalmente más infraestructuras hidráulicas, porque estamos viendo que cada vez llueve menos y cuando lo hace es de forma torrencial, provocando daños. Vemos que cae mucha agua en poco tiempo y eso no es bueno para nadie. Necesitamos más infraestructuras hidráulicas que retengan el agua para momentos en los que no tenemos, para ciclos de sequía como éste. También, si se pueden hacer desaladoras, que se hagan y que se aprovechen las aguas recicladas hasta la última gota. Sabemos que en las ciudades sí o sí vamos a tener agua y lo que hay que hacer es tratarla para poder darle una segunda vida en los cultivos y en la ganadería. Y si sabemos que hay alguna zona donde sobre el agua, que se hagan los proyectos necesarios para llevarla a los lugares en los que no la hay. Pero siempre y cuando sobre agua. Esto es posible con nuevas tecnologías y siempre de la mano de los expertos. La ciencia es nuestra aliada y se pueden hacer sondeos, captaciones sin hacer daño a los acuíferos. Por otro lado, necesitamos un nuevo modelo legislativo para garantizar el agua. Si se han podido hacer cambios en otros asuntos que parecían imposible, por qué no con el agua.

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Han criticado ustedes duramente La Ley de la Cadena Alimentaria  que, dicen, perjudica a los agricultores y ganaderos.

Tal como está planteada, la Ley de la Cadena Alimentaria es inaplicable.  Nosotros entendemos que hace falta una regulación y siempre hemos visto con buenos ojos esa iniciativa para que no vendamos por debajo de los costes de producción. Pero para garantizarlo, la administración tiene que fijar esos valores. Para ello tendría que disponer de alguna herramienta como un observatorio para saber quién vende y quién compra por encima y por debajo de los costes de producción porque cada uno tiene una situación distinta. Por poner un ejemplo, no cuesta lo mismo producir aceite de un olivar superintensivo que de otro tradicional o de uno de secano y de otro de montaña. ¿Quién define entonces esos precios? ¿cuál es el precio medio? porque si hablamos con los agricultores cada uno te dirá una cosa distinta y lo mismo pasa con las cooperativas.

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Eso es lo primero y una vez que tengamos esos precios hay que controlar los contingentes, los cupos y los aranceles de productos de terceros países que entren en España. Hay que vigilar que esas exportaciones también respeten la Ley de la Cadena Alimentaria porque, tal como está redactada, incluso productores europeos ejercen una competencia desleal con los nacionales. No nos vale que a nosotros nos cueste producir un kilo de pepino 50 céntimos y no podamos vender por debajo de ese precio y que Holanda los introduzca en España a 35 céntimos porque no le afecta nuestra Ley. En definitiva. Todos tenemos que jugar con las mismas reglas del juego. Y el tercer problema es tener algún régimen de bonificaciones cuando el mercado no paga esos costes de producción.

Han denunciado ustedes en varias ocasiones la competencia desleal  de productos extranjeros que no tienen que pasar los mismos controles que los andaluces. ¿Cree que el incidente de las fresas importadas de  Marruecos con el virus de la hepatitis A va a suponer un cambio en la  normativa?

Europa mira hacia otro lado con las exportaciones de terceros países. Da la impresión de que no les preocupa mucho la seguridad alimentaria y, mucho menos, la cuestión medioambiental y social porque se permite la comercialización de productos que no cumplen ninguna de las exigencias que nos piden a nosotros. A los agricultores españoles se les restringe muchísimo el uso de productos fitosanitarios y fungicidas porque se considera que pueden ser nocivos para la salud, pero apenas hay control para lo que entra de fuera. Estos últimos años, con el cambio de la climatología, las nuevas plagas y las que ya teníamos se han hecho más resistentes a los medios que disponemos para combatirlas. Eso hace que nuestras cosechas sean menores y más caras de producir. Me llama mucho la atención que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria emita alertas casi a diario de productos de terceros países como Marruecos, Egipto, Turquía. Se emiten alertas de lugares que no cumplen las mismas normas que nosotros. Ellos usan productos fitosanitarios más baratos y más eficientes contra las plagas, por eso sus precios son más competitivos, también porque no tienen que cumplir las mismas normas laborales. Pero vemos que se controla muy poco, ya no sólo la cuestión sanitaria, también la medioambiental y la social. Todo eso genera una competencia desleal terrible, pero Europa mira para otro lado.

Hay un problema que, a día de hoy, parece tener difícil solución: el  relevo generacional en el campo. ¿Qué es lo que habría que hacer, en  este sentido para que la agricultura y la ganadería tengan un futuro?

Para garantizar el relevo generacional es necesario que la explotación sea rentable. Si no hay esa seguridad estamos perdidos, porque no es una elección fácil, hay que trabajar muy duro, muchas horas sin sábados ni domingos ni festivos porque el campo no entiende de calendarios. A cambio de ese sacrificio ha de haber rentabilidad y rentabilidad. Pero actualmente hay poca, se gana poco dinero y hay que asumir riesgos con inversiones que no se sabe si se van a recuperar. Partiendo de esta base, entendemos que si se quiere preservar el futuro del campo ha de haber ayudas, formación y un acompañamiento al agricultor hasta que su explotación esté en marcha. La clave para que haya un relevo generacional es la rentabilidad, la formación y ayudas con incentivos, no sólo a quien se incorpore, sino también durante todo el proceso hasta que pueda caminar solo. Entendemos que la solución debe ir por ahí. También hay que hacer atractivo el trabajo en el campo, que a la dureza y la incertidumbre se la actividad no se le sume la fortísima carga burocrática que los agricultores y ganaderos tienen que asumir hoy día. Es necesario agilizar todos los trámites para que el tiempo no se vaya en rellenar papeles.

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