Para empezar, Francisco, nos gustaría conocerlos mejor, ¿cómo y con qué objetivo nació esta agrupación de inmobiliarias?
La agrupación nace como respuesta a la crisis inmobiliaria de 2006 y 2007. En aquel momento un grupo de profesionales decidió importar a Sevilla el modelo MLS estadounidense, nacido en 1929, que consiste en compartir información de oferta y demanda para dar salida al mercado.
Seis personas se unieron entonces para traer esta idea a Sevilla, algo casi impensable en una época en la que reinaba la competencia feroz y la falta de colaboración entre agencias. El objetivo fue sembrar una nueva cultura basada en la cooperación, compartiendo bases de datos de inmuebles y de clientes, y formando una piña profesional que ayudara a afrontar una triple crisis: la de la construcción, la financiera y la inmobiliaria. Ese espíritu de colaboración fue la semilla de lo que hoy es Alianza Sevilla.
¿Qué papel desempeña hoy en día la agrupación dentro del sector inmobiliario sevillano y qué servicios ofrecen a los asociados?
Desde aquellos seis socios fundadores hemos crecido de manera exponencial. El papel que jugamos hoy es doble: por un lado, marcar unas bases éticas y mínimas de profesionalidad a quienes forman parte de la agrupación; por otro, ofrecer servicios y herramientas que eleven el estándar de calidad en la atención al cliente.
El sector inmobiliario en España no está regulado: cualquiera puede ponerse una corbata y ejercer como agente. Ante esa carencia, Alianza Sevilla se ha dotado de un código ético propio y de un marco de autorregulación para garantizar que nuestros asociados cumplen criterios exigentes. Buscamos profesionalizar la actividad, asegurar que se respeten todas las normativas y aportar credibilidad al sector.
En cuanto a servicios, ofrecemos mucho más de lo que puede dar una agencia de barrio al uso: reportajes fotográficos profesionales, vuelos con dron, home staging (tanto virtual como físico), gestión energética gratuita, decoración de interiores, asesoramiento jurídico especializado, trámites fiscales, gestión de herencias y transmisiones inmobiliarias, entre otros. Es un acompañamiento integral que cada empresa adapta a su tipo de cliente, pero siempre bajo una base común de formación constante.
Dedicamos muchos recursos a la capacitación legal y jurídica, lo que permite a los asociados asesorar con solvencia a clientes que llegan con dudas sobre impuestos, herencias, divorcios o liquidaciones. No es lo mismo un comercial que un asesor inmobiliario: este último debe ser un profesional multidisciplinar, con conocimientos en derecho, urbanismo, fiscalidad e incluso en gestión emocional, porque a menudo nos enfrentamos a situaciones vitales complejas.
Actualmente, ¿cuántas inmobiliarias forman parte de Alianza y qué representa esta unión también para el mercado?
Hoy representamos aproximadamente el 17% del mercado inmobiliario de Sevilla. Somos unas 64 empresas y cerca de 90 oficinas, ya que muchas firmas tienen varias sedes. Nuestro objetivo es ser un actor representativo y fiable dentro del sector, siempre en beneficio del consumidor.
La pertenencia a la agrupación no es automática: exigimos criterios estrictos como el cumplimiento de la normativa de blanqueo de capitales, la acreditación de solvencia y la adhesión a nuestro código ético. Filtramos con cuidado qué empresas pueden entrar, porque la unión debe ser garantía de confianza.
Lo que representamos, en definitiva, es un cambio en la percepción del consumidor. Queremos que la gente entienda que acudir a una agencia inmobiliaria profesional es positivo, del mismo modo que se acude a un abogado o a un médico. En Estados Unidos, ser agente inmobiliario es la segunda profesión mejor valorada; en España aún arrastramos prejuicios, pero queremos contribuir a dignificar el oficio y a que se valore como un servicio esencial.
¿Qué tendencias observa en el mercado inmobiliario de Sevilla en estos momentos?
Vivimos una crisis habitacional clara: la demanda de vivienda está disparada y la oferta es escasa. Las administraciones públicas, independientemente del color político, no han hecho su trabajo en la construcción de vivienda social. Esto ha provocado que muchas familias no puedan acceder a una casa digna.
A esta situación se suma la inseguridad jurídica derivada de problemas como las ocupaciones ilegales o los llamados “inquilinos morosos profesionales”. Estos procesos se alargan en el tiempo y generan desconfianza. Muchos propietarios optan por cerrar sus viviendas antes que alquilarlas, lo que reduce aún más la oferta disponible.
La consecuencia es obvia: los precios siguen subiendo. Mientras la nómina de las familias pueda sostener la cuota hipotecaria, la tendencia continuará al alza. El freno llegará cuando la capacidad de pago marque un límite.
¿Qué papel debería jugar la colaboración con las administraciones, promotores y otros agentes para el desarrollo inmobiliario en Sevilla?
Debería ser fundamental, porque promotores, constructores e inmobiliarios compartimos un mismo objetivo: dinamizar el mercado de la vivienda. Pero la administración va por otro camino. Se legisla sin consultar a los profesionales y se generan políticas que no benefician ni a compradores ni a vendedores.
Hoy un promotor que compra suelo puede tardar entre cuatro y cinco años en entregar una promoción, cuando ese plazo podría reducirse a la mitad con menos trabas burocráticas. La concesión de licencias es lenta, la inseguridad jurídica desincentiva la inversión y los procedimientos administrativos restan agilidad a un mercado que necesita soluciones urgentes.
Desde Alianza Sevilla proponemos abrir mesas de trabajo en las que participen administraciones, promotores, constructores e inmobiliarios. Queremos poner sobre la mesa soluciones —que tenemos y muchas— para agilizar procesos y dar seguridad jurídica. Solo así lograremos que fluya el mercado, que quien quiera comprar pueda hacerlo y que quien no tenga recursos pueda acceder a una vivienda social real.
¿Qué objetivos o proyectos tiene la agrupación a corto y medio plazo bajo su presidencia?
Nuestro objetivo inmediato es crecer en número de asociados y oficinas, pasando de algo más de 60 empresas a superar las 100 en este periodo. ¿Por qué? Porque cuantos más profesionales adopten nuestros estándares, más fácil será cambiar la percepción del ciudadano sobre el sector.
Trabajamos mucho con referencias y recomendaciones: clientes que quedan satisfechos y nos recomiendan a familiares o amigos. Queremos que esa cadena de confianza siga creciendo y que Sevilla asocie a Alianza con un sello de calidad.
Además, queremos consolidar nuestra labor de formación constante y reforzar la ética profesional como bandera. La mala praxis debe desaparecer: quien no cumpla estándares debe reconducirse hacia la profesionalización o, de lo contrario, quedar fuera del mercado por la propia exigencia del consumidor.
La meta, en definitiva, es dignificar la profesión, consolidar la autorregulación que nos hemos impuesto y elevar la figura del asesor inmobiliario en Sevilla hasta equipararla a la de otros profesionales de confianza. Queremos que la gente sepa que detrás de cada operación hay preparación, rigor, ética y servicio de calidad.