Cuando alguien me pregunta por mi libro favorito, jamás dudo en la respuesta: “Brevísima Historia del Tiempo” de Sthephen Hawking, respondo. Y aunque tengo que recocer que no tengo ni idea de Física, sus páginas me atraparon, y lo siguen haciendo, de forma compulsiva y ya lo he convertido en un título al que recurro en los instantes en los que necesito sosiego, silencio y gravedad cero.
Para mí es una forma de perderme en el Universo. Ese mismo universo que no deja de expandirse, extenderse y que se hace infinito como el número π (pi). Sí, efectivamente, ese que todo el mundo sabe decir de corrido. Un “laberinto” indescriptible, lleno de interrogantes y periódica pura, y que arroja, de vez en cuando, respuestas a un ser humano que lo ha intentado interpretar desde el principio de su existencia.
A mí, personalmente, me produce cierta inquietud y más que resolver dudas, me las crea. A mis preguntas, las respuestas cambian como nos contó Eduardo Mendicutti y, porque, como afirma Richard Feyman, “aún se hacen descubrimientos”. Lo que incita a que queramos encontrarnos con nuestra propia América, más allá de un planeta que creíamos plano y que caía al vacío.
Su lectura, y el contexto en el que se realizó, me dio la oportunidad de conocer un mundo paralelo. Un mundo en el que las teorías y las hipótesis suman y dan voz a la curiosidad que siempre hemos demostrado, a lo largo de los siglos, por aprender, por saber más, por comprender, por estudiar y por seguir formándonos.
Porque la formación es lo que nos identifica y nos hace únicos y valiosos. Lo que nos hace mejores. Lo que nos provoca, sin ningún tipo de violencia, para seguir cuestionándonos en estos tiempos en los que tener un buen currículum ya no basta. Y no es suficiente porque, y a pesar de que el Metaverso ya está presente (o eso dicen), en la actualidad es absolutamente necesario contar con todo lo que nos aporta las habilidades y competencia para renovarnos.
Y sí, efectivamente, actual zar es el verbo que está más de moda o “es tendencia”. Y lo es porque la formación es fundamental para estar al día.
Una formación en la que desde Andalucía y contando con los distintos actores se conforma una amplia oferta, que da la oportunidad de que, y ahora sí, nuestra Comunidad Autónoma sea un ejemplo y una referencia a nivel mundial.
Universidad, empresas privadas y administraciones públicas son estos protagonistas que actúan para que la premisa se cumpla sin complicación y siguiendo un guión meticuloso.
Un guión en el que la administración debe velar para que la calidad y la oferta formativa andaluza sea un extenso catálogo en el que alumnado pueda elegir, ya que esto va a garantizar que no haya fuga de talento y que éste se quede en Andalucía.
Una empresa privada en la que iniciativas como la de Formación Universitaria, llevadas a cabo por empresarios como Ignacio Campoy. Un #emprendedor de que hace más de veinte años fue tachado por un auténtico loco, por apostar por la formación online, y que él, y muchos como él, han posicionado a Andalucía en el tablero de la excelencia.
Y la Universidad. Siempre la Universidad. Una institución a la que ya hemos dedicado un artículo aquí, en Tribuna de Andalucía, y que es el receptáculo de la sabiduría. Una universidad que debe dar cabida, aún más, a las iniciativas que parte de un alumnado que piensa y está en “modo startups”.
El llevado y traído Diálogo Social, una vez más se juega en una mesa, en la que los jugadores tienen que aunar fuerzas para ofrecer lo mejor. Pero para eso hay que actuar como un emprendedor.
Un emprendedor que debe seguir un recorrido en el que tiene que dibujar su model canvas, validar su idea, realizar su DAFO para analizar sus debilidades y fortalezas. Estudiar a los competidores, trazar, de forma certera, cuáles son los objetivos. Crear un Mínimo Producto Viable. Hacer un cursillo para nadar en un “océano rojo” lleno de tiburones y crear su propio “océano azul”. Hacer su negocio escalable y lo más importante: Escuchar al público objetivo.
Porque resulta que el “público objetivo” somos nosotros. Todos nosotros. Y es a nosotros a quién deben preguntar para saber cómo gestionar y desprenderse de una burocracia que no lleva a ningún lado, salvo a perder el valioso tiempo en ese espacio infinito al que hacía referencia al comienzo de este artículo.
Ya no vale el famoso “vuelva usted mañana de Larra” porque llega empujando una generación que no se para ante nada ni nadie. Una generación que demanda, consume y exige formación de la buena y que son los hombres y mujeres del futuro. Hombres y mujeres que asisten hastiados porque somos incapaces de tener una oferta acorde a lo que nos piden, a riesgo de que caigan, si no lo han hecho ya, en la desidia.
Se lo debemos.
“Nuestro modelo negocio” no es el suyo, de la misma manera que nuestros queridos The Beatles, no es su Rosalía, su C. Tangana o su Quevedo, ni nuestras cartas selladas, y echada en un buzón, no es Tik Tok o Instagram… Escuchémosles.
Seamos valientes y vamos a dejarlos pasar, sin dar un paso atrás y sí poniéndonos a su lado porque este su momento. Hagámoslo sin perder ni un minuto porque cuando seamos conscientes de esta realidad, su momento no sólo será suyo sino que también será el nuestro.
