Parto de la base y quiero dejar claro, que hubiese preferido que esto no hubiera ocurrido. Pero lo que está siendo un sinsentido es el vodevil en el que se ha convertido una decisión empresarial. La Constitución Española, recoge en su artículo 38, la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación. Es decir, una empresa es soberana a la hora de tomar sus decisiones estratégicas y de política empresarial. Pues parece que esto no es así.
A principios de este mes, Ferrovial, una de las empresas líderes en construcción de infraestructuras, cotizada en Bolsa y perteneciente al selecto club de empresas del índice bursátil IBEX 35, anunció que trasladaba su domicilio social (y por lo tanto el fiscal) a Países Bajos. Saltaron todas las alarmas en el gobierno de España y aún sigue la tormenta. Ferrovial llevaba preparando su salida de España desde hacía más de una década. Más aún, ya estaba en la práctica fuera de España: en el año 2021 el 82% de sus ingresos los obtuvieron fuera de España; el 90% del valor del capital estaba ya en el exterior, y un 93% de sus inversores institucionales eran internacionales. Lo único que le unía a España era ya su domicilio social.
Su actividad productiva en Estados Unidos -aeropuerto JFK en Nueva York- o Reino Unido -aeropuerto de Heathrow en Londres- por citar un par de ejemplos, son una muestra de lo que ya era Ferrovial. Si en este contexto, la empresa quería incrementar su financiación cotizando en el mayor parqué bursátil, el de Wall Street, su paso intermedio por Países Bajos, donde las restricciones para saltar al otro lado del Atlántico son más benévolas, hacía que la decisión parecía clara. Si a este contexto le sumamos que, en el año 2021, el gobierno español endureció su tributación para dividendos internacionales repatriados, pasando del 100% de exención al 95% en el cobro de dividendos y plusvalías de filiales, provocando una doble imposición -una en el país de la actividad y otra en España-, Ferrovial estimó para ellos un impacto de 39 millones de euros dicha decisión.
Y es que el capital es egoísta. El dinero no entiende de patria. Entiende de beneficios positivos que favorezcan la viabilidad de la empresa. Y en un contexto donde ya los que tienen que tomar las decisiones las toman, no desde Madrid, sino desde Nueva York o Taipéi, no se le puede obligar a una empresa a que renuncie a seguir creciendo.
Y es que en España, sólo en el presente año, el gobierno ha creado cinco impuestos de nuevo cuño: el Impuesto a las grandes fortunas, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional de pensiones, el Impuesto a la Banca y Energéticas y el Impuesto por Envases de Plástico no Reutilizables. Si esto no fuera suficiente, se han instaurado un nuevo mínimo tributo en España del 15% para multinacionales para facturaciones por encima de 750 millones de euros en el Impuesto de Sociedades, se han incrementado las Cuotas para Autónomos y se ha subido el IRPF para rentas altas, por señalar lo más destacado.
Y en este contexto nos encontramos que esta situación podría repetirse, tanto en cuanto las grandes empresas del IBEX 35 facturan el 70% de su negocio en el exterior. Por lo que demonizar a las empresas y a los empresarios, lo que puede terminar provocando es la huida de los mismos. Y es que esto mismo lo acabamos de ver en España. En los últimos cinco años, el balance de fuga de sedes sociales -y fiscales- en Cataluña ha sido de una pérdida de 4.671 empresas de las que doce eran cotizadas, derivada de la inestabilidad política.
Yo creo que vendría bien recordad la famosa frase del malogrado presidente norteamericano J F. Kennedy, “no preguntes que puede hacer el país por ti, sino pregunta que puedes hacer tu por el país” y parafraseando decir “no preguntes por qué una empresa española se traslada a Países Bajos, y pregúntate por qué una empresa de Países Bajos no se viene a España”. Lo mismo así damos con la clave de bóveda.
