El pasado 14 de octubre presentamos, un año más, el estudio de turismo en Andalucía, en esta ocasión, después de Sevilla y Málaga, el estudio se centraba en Cádiz, corespondiendo a la tercera edición del proyecto que llevamos desarrollando entre Tribuna de Andalucía e Intelqualia, Investigación de Mercados & Estudios de Prestigio. Una cita que ya se ha consolidado como un espacio de reflexión compartida sobre el presente y el futuro del turismo en nuestra comunidad.
En esta edición, hemos querido poner el foco en la provincia de Cádiz, un territorio tan diverso como singular, donde el turismo no es solo motor económico, sino también identidad y forma de vida. La investigación, realizada mediante entrevistas abiertas en profundidad con empresarios, gestores de destino, representantes de asociaciones y actores clave del sector, nos ha permitido tomar el pulso al ecosistema turístico gaditano con una mirada coral, humana y rigurosa.
Un mosaico de destinos que laten juntos.
Cádiz es una provincia que se explica mejor en plural. No existe “un” Cádiz turístico, sino muchos: el de las playas atlánticas de Tarifa o Conil, el de los vinos de Jerez, el de las sierras y pueblos blancos, el de la cultura milenaria de su capital o el de la hospitalidad alegre que se respira en cada rincón. Esa diversidad territorial constituye una de sus mayores fortalezas. En apenas una hora de trayecto, el visitante puede pasar del surf al senderismo, de una bodega a un castillo, de un atún de almadraba a una taberna con historia. Sin embargo, esa misma riqueza plantea un desafío: la fragmentación del destino. La ausencia de una marca Cádiz sólida y compartida reduce la capacidad de proyección internacional y dispersa esfuerzos que podrían ser más eficaces si se presentaran bajo un relato común.
Como señalaba uno de los participantes en la investigación: “Cuando dices Cádiz en Europa, saben que está en Andalucía, pero no saben lo que hay. Falta relato, falta comunicación”.
Ventajas que consolidan una identidad única.
El estudio identifica hasta ocho ventajas competitivas que definen la propuesta de valor de Cádiz como destino turístico. La primera, su diversidad territorial, que permite integrar múltiples productos turísticos en un territorio compacto. A ello se suma su clima atlántico y sus playas abiertas al viento, un paraíso para los deportes náuticos que atrae visitantes de todo el mundo.
La oferta cultural y patrimonial también destaca, con ciudades como Cádiz, Jerez o Arcos que ofrecen un turismo alternativo al sol y playa, más centrado en la historia, la arquitectura y la autenticidad.
El enoturismo y la gastronomía se consolidan como productos de alto valor añadido, capaces de atraer al viajero con mayor gasto medio. Los vinos de Jerez, el atún rojo o la cocina del litoral gaditano no son solo reclamos gastronómicos, sino verdaderos embajadores de la identidad local.
A ello se suman la hospitalidad gaditana, un intangible difícil de cuantificar, pero determinante en la fidelización; los eventos internacionales —como el motociclismo en Jerez o las regatas en la Bahía—; y un turismo de golf consolidado, que funciona como pieza clave para la desestacionalización.
Todo ello configura una provincia con vocación de excelencia y con los recursos suficientes para competir en el mercado global del turismo de calidad.
Los retos que exigen una respuesta colectiva
No obstante, Cádiz también se enfrenta a debilidades estructurales que limitan su competitividad. La más repetida en las entrevistas: la conectividad. La carencia de vuelos directos, la escasez de enlaces ferroviarios y la dispersión de accesos colocan a la provincia en desventaja frente a competidores como Málaga o el Algarve, que han sabido convertir sus aeropuertos y su promoción integrada en palancas de crecimiento.
Otro desafío importante es la masificación estival, que genera tensiones sobre la vida cotidiana, la vivienda y los servicios públicos. El estudio recoge testimonios de residentes que alertan del deterioro urbano y de gestores municipales que asumen sobrecostes notables durante los meses de verano. La presión sobre la vivienda —con el auge del alquiler turístico— y la pérdida del “espíritu de pueblo” son señales que invitan a pensar un modelo más equilibrado, donde el bienestar del visitante no se logre a costa del residente.
Y es que el turismo, cuando crece sin medida, puede perder precisamente aquello que lo hace atractivo: su autenticidad.
Del diagnóstico a la estrategia
De esa lectura compartida surgen seis grandes líneas de acción, que no son recetas cerradas, sino caminos que Cádiz puede recorrer colectivamente:
1. Mejorar la conectividad aérea, ferroviaria y por carretera, haciendo posible que la provincia esté más cerca del mundo.
2. Desestacionalizar la demanda, apostando por productos que funcionen en otoño e invierno: golf, náutica, gastronomía, congresos, cultura.
3. Construir una marca turística integrada, que una la diversidad bajo una narrativa común: Cádiz como destino plural, auténtico y sostenible.
4. Potenciar el turismo de calidad y alto gasto, que aporta más valor económico y menos presión ambiental.
5. Regular y profesionalizar el alojamiento turístico, equilibrando los intereses económicos con la cohesión social.
6. Fomentar la innovación y la diversificación de productos, impulsando nuevas experiencias y mejorando la promoción digital del destino.
El valor de escucharse
Más allá de los datos, el estudio refleja una convicción: el turismo gaditano tiene futuro porque tiene voz y autoconciencia. Las entrevistas revelan una comunidad profesional que no rehúye los problemas, que debate, propone y actúa. Ese ejercicio de reflexión colectiva es, en sí mismo, un valor añadido.
Durante la presentación en Cádiz, junto a Montserrat Hernández, Presidenta de Grupo Tribuna, insistimos en que este proyecto no es solo una radiografía del presente, sino una invitación a pensar el futuro desde la inteligencia compartida. Porque solo si los agentes del sector se escuchan, se coordinan y se reconocen como parte de un mismo destino, Cádiz podrá transformar sus ventajas en oportunidades duraderas.
Cádiz: identidad, sostenibilidad y futuro
El turismo de Cádiz es, ante todo, una historia de equilibrio. Entre tradición e innovación, entre mar y sierra, entre autenticidad y modernidad. Un equilibrio que solo se mantendrá si somos capaces de conjugar crecimiento con sostenibilidad, diversidad con coherencia y rentabilidad con bienestar.
Cádiz cuenta con los ingredientes esenciales para seguir siendo un referente: diversidad territorial, patrimonio, gastronomía, hospitalidad y una fuerte conciencia de identidad. Pero el reto ahora es otro: pasar del diagnóstico a la acción.
Porque, como solemos recordar en Intelqualia, “la información solo tiene valor cuando se convierte en decisión”.
Hoy Cádiz tiene ante sí la oportunidad de decidir qué modelo de turismo quiere para la próxima década. Y todo apunta a que será un modelo donde la autenticidad no se negocie, donde el visitante se sienta parte de algo verdadero y donde el orgullo de ser gaditano se transforme en la mejor marca posible.


