19/04/2024

El OEA y la Fundación Cámara presentan el informe sobre la economía andaluza del cuarto trimestre
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El informe incluye una estimación actualizada del crecimiento de la economía andaluza.

El Observatorio Económico de Andalucía (OEA), con la colaboración de la Fundación Cámara, ha presentado el informe ‘Economía andaluza. Cuarto trimestre de 2021’. El estudio incluye una estimación actualizada del crecimiento de la economía andaluza.

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Estimación del crecimiento
Según la estimación realizada por el Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía (IOEA), la economía andaluza experimentó un crecimiento intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) del 2,2% en el cuarto trimestre de 2021, dos décimas más que la estimación del INE para el PIB español.

Con esta tasa, el crecimiento interanual del IOEA para el cuarto trimestre de 2021 es del 5,4%, su- perando también en dos décimas al estimado por el INE para España, por lo que el crecimiento medio resultante para la economía andaluza en 2021 sería del 5,3%, tres décimas más que el estimado por el INE para el PIB de España. Con esta estimación, y teniendo en consideración el crecimiento de la economía andaluza en 2020 según la Contabilidad Regional del INE, la economía andaluza tendría que crecer al 5,5% en 2022 para recuperar los niveles previos a la pandemia.

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La elevada cobertura de población vacunada en Andalucía amortiguó el impacto de la nueva variante delta, y el cuarto trimestre se inició sin apenas restricciones, con la confianza en una evolución más favorable de la pandemia en España que en el resto de Europa, donde las bajadas de temperaturas provocaban otra intensificación de los contagios por una nueva variante, ómicron, que se sumaba a la delta, todavía presente en la transmisión comunitaria.

Aunque las medidas de control de la pandemia en los países de nuestro entorno afectaron a la actividad económica, fundamentalmente al sector turístico, el impacto fue de menor intensidad de lo esperado, dada la relajación de las restricciones, que prácticamente se mantuvieron hasta poco antes de las fiestas navideñas, lo que favoreció el crecimiento económico, aunque a un ritmo de recuperación algo menor al esperado, fundamentalmente por la incertidumbre asociada a la escalada de los precios.

El aumento de la inflación afectó negativamente a las decisiones de gasto de los hogares, pero el aumento de las rentas salariales por el favorable comportamiento del empleo determinó que el consumo de los hogares mantuviera su aportación a la demanda agregada.

La favorable situación epidemiológica durante el trimestre animó una cierta recuperación del turismo, fundamentalmente internacional, con la consecuente aportación positiva al crecimiento del consumo de los no residentes, mientras que el empleo público volvió a superar su máximo histórico, creciendo nuevamente a mayor ritmo que el empleo privado, lo que determinó una aportación positiva del con- sumo público a la demanda interna. Por su parte, la dinámica de la inversión se vio limitada por la incertidumbre asociada a la evolución de la pandemia en un contexto de intensificación de los contagios en el centro de Europa, mientras que los intercambios comerciales de Andalucía con el extranjero alcanzaban récords históricos por la progresiva mejora del comercio internacional y el aumento de los precios de la energía.

El mercado de trabajo
Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la ocupación creció con intensidad en el último tramo del año, hasta alcanzar los 3.249.800 efectivos (un nivel de empleo similar al mismo trimestre de 2007), un 3,6% más que en el cuarto trimestre de 2019 (1,1% en España), consolidando el mayor ritmo en la recuperación del empleo en la región observado desde el segundo trimestre del año. Andalucía lideró la creación de empleo en España, concentrando el 66,5% de los nuevos ocupados, y siendo también la comunidad autónoma que más empleo creó en el conjunto del año (el 19,8% del total nacional). El crecimiento de la ocupación en el cuarto trimestre se apoyó, fundamentalmente, en el aumento en el sector agrario, que concentró el 74% del empleo total creado en la comunidad y, en menor medida, en el dinamismo de la industria y los servicios. Según la naturaleza de la ocupación, el sector privado concentró el 83,2% de los nuevos ocupados, frente al 16,8% del sector público, aunque el ritmo de crecimiento del empleo público fue superior. El crecimiento del empleo en Andalucía se explica por el aumento estacional de la ocupación en el sector primario y del empleo en las administraciones públicas.

La población desempleada, tras el aumento durante el verano, registró una histórica reducción al finalizar el año, hasta quedar en 821.800 efectivos, menos que antes de la pandemia. La tasa de paro se redujo igualmente (20,2% de la población activa), también por debajo de la registrada en el mismo trimestre de 2019. En respuesta al dinamismo del mercado de trabajo, la población inactiva continuó descendiendo, aunque con menor intensidad, una vez alcanzado ya el nivel previo a la pandemia.

Según la Seguridad Social, al finalizar el año se cumplían seis trimestres consecutivos de aumento en el número de trabajadores afiliados, hasta alcanzar la cifra de 3.253.950, un 2,5% más que antes de la pandemia (2,1% en España), confirmando la mayor velocidad de recuperación del empleo que señalaba la EPA. El crecimiento de la afiliación se explica, fundamentalmente, por el aumento estacional en el sector agrario y, en menor medida, por el registrado en los servicios, mientras que la afiliación en la industria y en la construcción apenas se modificaba. Casi todas las ramas de servicios fueron más dinámicas que en el conjunto de España, destacando la hostelería, las actividades recreativas y las actividades relacionadas con la información y comunicaciones. El paro registrado también disminuyó, pero manteniéndose en cerca de doce mil más que en el mismo trimestre de 2019, mientras que el número de trabajadores en ERTE y el de autónomos cobrando la prestación por cese de actividad se reducía sensiblemente, provocando menor alteración respecto a los registros oficiales de la EPA. Aun así, todavía la tasa de paro sería un punto superior a la oficial si se consideran estos colectivos como población desempleada.

Por el lado de la demanda
El crecimiento sostenido del empleo aumentó la renta disponible para el consumo de los hogares, aunque limitada por el aumento de inflación. En un contexto de relajación de las restricciones, la afiliación de trabajadores en las actividades más relacionadas con el consumo de los hogares se intensificó con el transcurso del trimestre y continuó la senda de la recuperación a mayor ritmo que la media nacional. El comercio y los transportes mantuvieron unas notables tasas de crecimiento del empleo, mientras que en la hostelería y en las actividades artísticas y recreativas se aceleraba la afiliación a tasas históricas (22,5% y 16,4%, respectivamente).

Pero la crisis de suministros y el aumento de los precios de la electricidad y de los carburantes provocó una aceleración de la inflación en el último trimestre, que se situó al finalizar el año en el 6,7%, dos décimas más que la media nacional, aunque coincidente en el conjunto del año (2,5%). El mayor crecimiento de los precios en Andalucía en el cuarto trimestre fue debido a los transportes y, en mayor medida, a la vivienda, energía y combustibles, cuyos precios aumentaron desde abril por encima de la media nacional.

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Sin embargo, el comercio al por menor tuvo un favorable comportamiento en el trimestre, tras el retroceso que venía registrando desde agosto: el índice del comercio minorista se aceleró a partir de noviembre y cerró el año con tres trimestres continuados de aumento, aunque todavía se mantenía un 4,8% por debajo del nivel previo a la pandemia. Además, la matriculación de turismos inició una recuperación sostenida desde septiembre, que tomó impulso en el último mes del año hasta conseguir en el trimestre un apreciable crecimiento respecto del trimestre anterior (10,9%). Aun así, la recuperación de las ventas de turismos y vehículos sigue estando lastrada por los problemas de suministro y las dudas respecto de los modelos energéticos disponibles en la oferta futura de automóviles.

El favorable comportamiento del número de viajeros y de sus pernoctaciones en establecimientos hoteleros en el último tramo del año permitió mantener cerca del 80% de los niveles anteriores a la crisis sanitaria. En relación a las decepcionantes cifras de la campaña turística navideña del año anterior, los indicadores en los establecimientos hoteleros registraron unas elevadas tasas de crecimiento, impulsa- das, fundamentalmente, por el mayor dinamismo del turismo extranjero que recuperó el 62,3% del nivel de pernoctaciones del cuarto trimestre de 2019 (70,3% en España), mientras las pernoctaciones de nacionales prácticamente alcanzaban la plena recuperación (99,4%, frente al 95% en la media nacional). La entrada de turistas internacionales, el gasto realizado durante su estancia o el transporte de pasajeros confirman la dinámica positiva de recuperación del turismo y su aportación al crecimiento del consumo de los no residentes.

El sector público contribuyó nuevamente al crecimiento de la demanda con el aumento de los gastos corrientes. La ocupación, según la EPA, siguió creciendo en el último trimestre a mayor ritmo que en el conjunto de la economía, al igual que en el resto del año, mientras en España ocurría lo contrario ya desde el tercer trimestre. El empleo público en el cuarto trimestre creció en tasa interanual un 6,8%, frente al 5,1% en el sector privado, y añadió 17.200 nuevos efectivos (40.000 en el total del año), hasta alcanzar los 624.700 en la región.

La inversión continuó contenida en el contexto de incertidumbre sobre la evolución de la pandemia que seguía provocando la aparición de nuevas variantes. La confianza empresarial se redujo ligera- mente respecto del trimestre anterior pero el número de empresas inscritas en la Seguridad Social aumentó con intensidad y alcanzó el máximo de la serie histórica desde 2013 con un total de 254.326 empresas, consolidando la mayor velocidad de recuperación respecto de España. El aumento de em- presas (2,8% en tasa interanual) fue más intenso en el sector de la construcción y en los servicios. Por otra parte, la matriculación de vehículos industriales finalizaba el año con cuatro meses continuados de crecimiento. En el último trimestre aumentó un 15,8% respecto del trimestre anterior, superando en más de seis puntos a la media nacional, aunque se mantuvo en terreno contractivo en tasa interanual. Además, tras el retroceso del verano, el consumo de cemento aumentó un 6,6% en el cuarto trimestre, frente a la ligera reducción registrada en España (-0,7%) y superó los niveles prepandemia en un 22,2%, frente al 9,1% de la media nacional. Finalmente, con la información disponible sólo hasta noviembre, tanto el número como el importe de las hipotecas inmobiliarias continuaron mostrando un notable dinamismo, si bien con cierta desaceleración respecto del trimestre anterior. El buen comportamiento del mercado inmobiliario se reflejó en el aumento de las hipotecas sobre viviendas y en la compraventa de las mismas, con más intensidad que en España.

La reducción de las limitaciones al comercio internacional y el aumento de los precios de la energía fueron determinantes del récord histórico de intercambios comerciales de Andalucía con el extranjero en noviembre. A falta de la información de diciembre, las exportaciones andaluzas aumentaron en el último trimestre en tasa interanual al 33,3%, casi el doble que en España (18%), fundamentalmente por el mejor comportamiento de las exportaciones de productos de alimentación, de semimanufacturas y bienes de equipo, mientras que las de bienes de consumo duradero y automóviles se reducían con mayor intensidad que en la media nacional. Como reflejo del mayor dinamismo de la demanda interna, las importaciones andaluzas marcaron en octubre y noviembre los mayores registros de la serie histórica y crecieron un 67,4% en el trimestre, más del doble que en España (29,9%), duplicando también el ritmo de las exportaciones. Los aumentos más significativos, por su mejor comportamiento respecto de la media nacional, correspondieron a las compras al extranjero de alimentación, bienes de equipo, bienes de consumo duradero y automóviles.

Por el lado de la oferta
El indicador de actividad de los servicios, que ya alcanzó los niveles previos a la pandemia el trimestre anterior, aceleró su crecimiento en los meses de octubre y noviembre hasta el 19,3% en tasa interanual media, un punto inferior al registro en España. Sin embargo, como ya se comentó, el índice del comercio al por menor todavía se mantenía un 4,8% por debajo del nivel previo a la pandemia. Aunque a menor ritmo, la ocupación en los servicios creció por tercer trimestre consecutivo, favorecida por el aumento del empleo público. El récord histórico de ocupación en las administraciones públicas explica, en gran medida, que el empleo en los servicios alcanzase niveles no vistos en los últimos trece años, superando en un 2,9% los registros anteriores a la pandemia. Una recuperación del empleo que también confirma la afiliación de trabajadores del sector servicios al Régimen General de la Seguridad Social, que marcó un nuevo récord histórico de la serie. El aumento del empleo fue casi generalizado en todas las actividades de servicios, destacando las ramas más relacionadas con el consumo de los hogares y las relacionadas con la información y las comunicaciones (13,6%, en tasa interanual), las actividades profesionales, científicas y técnicas (7,5%), las actividades inmobiliarias (6,5%) o las más relacionadas con el sector público, como las educativas y sanitarias (5,6%y 4,6%, respectivamente).

Los indicadores disponibles apuntan a una tímida recuperación de la industria andaluza. El Índice de Producción Industrial creció un 7,2%, frente al 1,6% en España. El diferencial se explica por el mayor crecimiento en Andalucía de la producción energética, de bienes de equipo y de bienes de consumo, fundamentalmente no duraderos. Como reflejo de la recuperación de la industria y de las tensiones acumuladas desde la oferta, el índice de precios industriales en Andalucía se aceleró gradualmente en el año, con crecimientos superiores sistemáticamente a la media nacional. La inflación de costes provocada por la subida del precio de la energía provocaría que, al finalizar el año, el índice registrara un crecimiento interanual del 50,1%, frente al 35,9% registrado en España. Sin el componente energético, los precios en la industria andaluza se mantuvieron superiores a la media nacional (18,3% y 11%, respectivamente), debido al mayor diferencial de precios en bienes de consumo, especialmente no duraderos, y bienes intermedios.

Por su parte, las exportaciones de la industria manufacturera crecieron en la media de octubre y noviembre al 40,3%, respecto de igual período del año anterior, triplicando el crecimiento en España. El diferencial se explica por el mayor dinamismo en Andalucía, fundamentalmente, de las exportaciones alimentarias y productos semimanufacturados, pero también por el mayor crecimiento de las ventas de bienes de equipo, materias primas y manufacturas de consumo.

En sintonía con la evolución de otros indicadores, a partir de septiembre se recuperó la cifra de negocios de la industria y fue acelerando su crecimiento en los meses de octubre y noviembre, de tal modo que en la media de estos dos meses aumentó un 32,9% en tasa interanual. Como resultado de este crecimiento, el índice de la cifra de negocios de la industria alcanzó el máximo de la serie disponible desde 2010.

Finalmente, tras el retroceso registrado durante el verano el empleo industrial volvió a la senda de crecimiento en el último tramo del año y recuperó los niveles de ocupación anteriores a la pandemia. Sin embargo, la afiliación de trabajadores de la industria disminuyó ligeramente respecto del trimestre anterior, aunque en tasa interanual se aceleró en los últimos meses hasta alcanzar un ritmo de crecimiento del 3%, tres décimas más que en España, explicado por el comportamiento más favorable de la industria manufacturera andaluza.

La favorable evolución del mercado inmobiliario continuó animando al sector de la construcción, aun- que siguió moderando su crecimiento después de haber recuperado los niveles prepandemia. Tras el notable freno que registró en verano, el consumo de cemento se aceleró en los últimos meses del año y recuperó el mayor dinamismo respecto de España que había tenido durante buena parte de la pandemia, con un notable crecimiento interanual del 17,2%, casi cinco puntos por encima de la media nacional, lo que permitió mantener niveles no vistos en los últimos diez años. Aunque la ocupación retrocedió ligeramente respecto del verano, mantuvo un notable crecimiento en tasa interanual en el cuarto trimestre. Aunque en clara desaceleración tras los máximos registrados en el segundo trimestre de 2021, la construcción se mantuvo como el sector no agrario de la economía con mayor crecimiento del empleo en tasa interanual. La afiliación de trabajadores a la Seguridad Social, a diferencia de la EPA, sí registró un ligero aumento respecto del verano, aunque coincide con la encuesta del INE en la recuperación del empleo a niveles no vistos desde 2011.

Previsiones
Las previsiones económicas internacionales siguen sometidas a una elevada incertidumbre por la presencia de múltiples factores que condicionan el crecimiento mundial. La continuidad de la pandemia, por la aparición de nuevas variantes del virus, sigue siendo el principal riesgo para la actividad económica, por lo que se precisa facilitar a los países con menores niveles de renta el acceso a las vacunas, a las técnicas diagnósticas de detección del virus y a los tratamientos.

El comportamiento de la inflación será decisivo por sus efectos en el consumo y en la inversión, y por la influencia en la dureza de las medidas de política monetaria que adopten los bancos centrales, en forma de reducción de los préstamos y aumentos de los tipos de interés. Además, la inflación en el mundo dependerá de la restauración de las cadenas de suministro, de los precios de energía y de la persistencia de la espiral inflacionista. Los riesgos geopolíticos, singularmente un posible conflicto armado en Ucrania y las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, completan el cuadro de las principales condicionantes del crecimiento mundial.

El año 2022 comenzó con la aceleración de los contagios y muertes en el mundo por la variante ómicron, lo que obligó a intensificar las medidas restrictivas a la movilidad. La incertidumbre sobre la evolución de esta nueva variante frenó, aún más, el ritmo de recuperación del consumo privado, que ya se había observado en el último tramo del año anterior. Adicionalmente, los desajustes en las cade- nas de suministros y el aumento de los precios de la energía han elevado la inflación, con el consecuente impacto en las decisiones de consumo de los hogares, limitando las perspectivas de crecimiento.

El FMI presentó el 25 de enero la actualización de las perspectivas para la economía mundial, revisando a la baja en medio punto el crecimiento del PIB mundial para 2022, situándolo en el 4,4%. Además, como resultado de la persistencia en las interrupciones de las cadenas de distribución y de los elevados precios de la energía, la inflación deja de valorarse como un fenómeno transitorio y se prevé que se mantendrá elevada durante buena parte del año. El escenario base de las perspectivas del crecimiento mundial contempla una disminución gradual de la inflación por un mejor ajuste entre la oferta y la demanda y por la aplicación de una política monetaria más restrictiva.

Con posterioridad a la publicación de las proyecciones de crecimiento del FMI, la curva de contagios y fallecidos por la COVID-19 llegó a su máximo y empezó a descender, animando expectativas sobre el final de la pandemia y la consecuente relajación de las medidas restrictivas. Sin embargo, el impacto de ómicron está comprometiendo de modo notable el ritmo de crecimiento de la economía: el indicador compuesto de gerentes de compras (PMI) correspondiente al mes de enero adelantó una intensa des- aceleración de las principales economías debido al retroceso, fundamentalmente, de los servicios.

La revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento del PIB mundial se explica, en mayor medida, por el recorte en las proyecciones de las economías desarrolladas, aunque también se reducen las pers- pectivas para las economías emergentes y en desarrollo. Los mayores recortes respecto de las últimas previsiones de octubre corresponden a las dos grandes economías: EE.UU. y China (1,2 y 0,8 puntos menos de crecimiento para 2022, respectivamente). La estrategia radical de control de la pandemia en China, que afectó a la producción y al consumo de los hogares, y el retroceso de la inversión inmobiliaria, que ya redujo el ritmo de la economía en el último semestre de 2021, justifican que el FMI prevea que la economía china continúe la trayectoria de desaceleración y termine creciendo en 2022 al 4,8%, frente al 8,1% del año anterior. El avance del indicador compuesto de gerentes de compras de enero confirma el freno al crecimiento, con un retroceso importante del indicador de los servicios y, en menor medida, de la actividad manufacturera, que se mantiene solo ligeramente por encima de los valores que anticipan la contracción.

La economía estadounidense ya recuperó los niveles previos a la pandemia gracias a un ambicioso impulso fiscal que elevó la presión de la demanda sobre una oferta limitada por la crisis de suministros, provocando un aumento generalizado de los precios, que se elevaron en enero al 7,5%, su tasa más alta en cuarenta años. El abandono progresivo de las facilidades financieras de la política monetaria y el rechazo del Senado al plan de gasto Build Back Better impulsado desde la presidencia, justifican que el FMI aplique el mayor recorte a las previsiones de crecimiento de EE.UU. y las sitúe en el 4% para 2022. Posteriormente, se publicaban las cifras de creación de empleo correspondientes al mes de enero, que reflejaban un dinamismo de la ocupación mayor del esperado. Y, aunque el dato definitivo del PMI compuesto de enero mejoraba lo esperado, el retroceso del índice fue muy significativo, pasando de 57,0 en diciembre a 51,1 en enero, debido a la desaceleración de la industria y, en mayor medida, por los servicios.

Las variantes delta y ómicron han tenido un mayor impacto en Europa. Según prevé el FMI, las medi- das restrictivas a la movilidad adoptadas para contener los contagios y la persistencia de la inflación seguirán operando en los primeros meses del nuevo año, y moderarán el ritmo de crecimiento de la eurozona en 2022 hasta el 3,9%.

Los últimos datos publicados por Eurostat confirman que el impacto de ómicron frenó el ritmo de crecimiento de la economía europea en el último trimestre del año, dejando el crecimiento de 2021 en un 5,2%, por lo que todavía no ha conseguido alcanzar los niveles previos a la pandemia. Entre las grandes economías de la UE, sólo Francia logró compensar los niveles perdidos del PIB, con un crecimiento en 2021 del 7%, mientras que el de Alemania (2,7%), cuya industria sufrió con mayor intensidad los desajustes en las cadenas de suministros, el de Italia (6,5%) y el de España (5%) fueron insuficientes para recuperar el tamaño de sus economías anterior a la pandemia.

Los PMI correspondientes a enero confirman una nueva desaceleración de la actividad al inicio del año. El PMI compuesto de la eurozona bajó un punto respecto de diciembre y se situó en 52,3, funda- mentalmente por el retroceso de los servicios (PMI=51,1), mientras que la industria se recupera (PMI=58,7) por el mayor dinamismo de las manufacturas en Alemania, única gran economía de la zona euro que evitó el freno al crecimiento de la actividad en enero.

Además de los riesgos mundiales anteriormente señalados, la economía europea se enfrenta más singularmente a las amenazas para el crecimiento que se derivan de las tensiones con Rusia, de la permanencia de las complicaciones derivadas del Brexit y de otras tensiones internas. Por otra parte, la inflación subió en enero hasta el 5,1%, marcando un nuevo récord, lo que obligará al BCE a reducir sus intervenciones y previsiblemente a aumentar los tipos de interés antes de final de año, lo que, unido a la recuperación de las reglas fiscales suspendidas por la pandemia a lo largo de este año, obligará a procesos de consolidación fiscal y, previsiblemente a un aumento de la prima de riesgo de España y otros países del sur de Europa. Adicionalmente, también será relevante para la economía europea en 2022 la aplicación efectiva de los fondos Next Generation, lo que puede tener efectos desiguales en el crecimiento de los países y en la modernización de sus sistemas productivos.

La actualización más reciente de las previsiones económicas de la Comisión Europea revisa dos décimas a la baja el crecimiento previsto para 2022 en la UE y la Eurozona, situándolo en el 4,3%. Mientras tanto, Europa también ha superado el pico de contagios y de defunciones por la última oleada de la pandemia y se eliminan gradualmente las restricciones a la movilidad.

Las previsiones de crecimiento de la economía española han estado sometidas durante todo el año a una elevada variabilidad, derivada de la magnitud de las revisiones del crecimiento trimestral realiza- das por el Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que ha sembrado dudas sobre las estimaciones del organismo, ampliándose últimamente también al cálculo de la inflación. En sintonía con las revisiones del INE, las expectativas sobre la economía española se deterioraron progresivamente, hasta culminar en las últimas perspectivas de crecimiento publicadas por el FMI en enero, dónde España sufre los mayores recortes de la eurozona respecto de las proyecciones realizadas a inicios de 2021. Sí espera el FMI que la economía española tome impulso en 2022 y, al abrigo de la aplicación de los fondos europeos, crezca al 5,8%, lo que desplaza a 2023 la recuperación de los niveles prepandemia.

Los indicadores disponibles muestran señales contradictorias sobre el comportamiento de la economía en el inicio del año. Algunos insisten en la dinámica expansiva de la actividad, como la afiliación de trabajadores a la Seguridad Social en enero, que aceleró en tasa interanual su ritmo de crecimiento (4,2%), de modo generalizado a todos los sectores y con mayor intensidad en los servicios y en la construcción. Además, el paro registrado disminuyó en tasa interanual a mayor velocidad que en la media del trimestre anterior (-21,2%), y también se redujo el número de trabajadores afectados por ERTE, aunque aumentó el de autónomos percibiendo la prestación por cese de actividad. Por otra parte, el número de empresas inscritas en la Seguridad Social ralentizó ligeramente el ritmo expansivo de meses anteriores y quedó en niveles muy cercanos a los existentes antes de la pandemia. En cuanto a la inflación, el indicador adelantado del IPC muestra que se moderó en enero hasta el 6%, cinco décimas menos que en diciembre. Sin embargo, el PMI compuesto adelanta para España una contracción de la actividad en enero, que refleja el impacto de ómicron y que compromete la continuidad de la recuperación económica al desplomarse desde 55,4 en diciembre a 47,9 en enero, nivel no alcanzado desde febrero de 2021, y que se produce por el intenso retroceso en los servicios (PMI=46,6), mientras la industria mantenía el ritmo expansivo (PMI=56,2).

La mejora de la situación epidemiológica y la factibilidad del rebote técnico para recuperar la producción en las actividades aún alejadas de los niveles de 2019 permiten que todas las previsiones apunten a la continuidad de la recuperación, aunque a tasas más moderadas de las previstas hace meses. La mayor o menor intensidad de la recuperación dependerá, además de los condicionantes referidos para Europa, de la continuidad y perfeccionamiento de las reformas, entre ellas la fiscal, de la agilidad en la ejecución de los fondos Next Generation y, sobre todo, de su calidad y trascendencia para mejorar la capacidad productiva, de la evolución de la prima de riesgo en función de las decisiones del Banco Central Europeo y de las restricciones que puedan imponer las nuevas reglas fiscales.

La reciente actualización de las previsiones de crecimiento de la Comisión Europea señala a España como la economía que más crecerá en 2022, a excepción de Malta, con un aumento del PIB del 5,6%. Un crecimiento basado en el consumo y la inversión, en línea con las previsiones del FMI o el Banco de España, que se alejan de las del gobierno (7%).

La menor incidencia sanitaria de la pandemia en Andalucía en el tramo final del año favoreció un mayor ritmo de recuperación del turismo que en la media nacional y que el consumo de los hogares, animado por la creación de empleo, no retrocediera por el aumento de la inflación.

Sin embargo, el mayor dinamismo de la economía andaluza venía ya mostrando síntomas de agota- miento y se reflejó en la creación de empleo al comienzo del nuevo año. La afiliación de trabajadores a la Seguridad Social creció en enero, por primera vez en diez meses, por debajo de la media nacional (4% y 4,2%, respectivamente, en tasa interanual). Aun así, se alcanzaba la cifra de 3.222.209 trabaja- dores afiliados, el segundo récord histórico de la serie desde 2007 después del registrado en diciembre. Por otra parte, el número de trabajadores en ERTE y de autónomos con prestación por cese de actividad aumentó ligeramente, por lo que la afiliación efectiva en enero se redujo respecto del mes anterior. Además, se intensificó el descenso del paro registrado hasta llegar a 805.565 personas, menos que en enero de 2019, antes de la pandemia. El número de empresas inscritas en la Seguridad Social desaceleró de modo notable su crecimiento, aunque se mantenía en niveles superiores a los existentes antes de la pandemia. Finalmente, el impacto sanitario de ómicron ha continuado siendo menor en Andalucía en el inicio del nuevo año y, tras superar el pico de la pandemia, es la comunidad autónoma con menor índice de contagios y la cobertura de población vacunada supera a la media nacional.

El favorable comportamiento de la economía andaluza en la segunda parte del año 2020 y en buena parte del año 2021 ha permitido la recuperación de la actividad tras la fuerte contracción que se produjo en los dos primeros meses de 2020. La mayor parte de los sectores, actividades y empresas han recuperado su nivel de actividad en relación con 2019, singularmente la agricultura, buena parte de la industria, la construcción, los servicios públicos, la sanidad, la educación, y otros muchos servicios personales y a las empresas. Algunas de estas actividades no solo han alcanzado los niveles de producción anteriores a la pandemia, sino que lo han superado. Pero quedan algunas actividades que aún no han recuperado su nivel de producción, como son el turismo, el comercio, la hostelería, las actividades recreativas y el transporte. Buena parte de todas estas actividades pueden recuperar en 2022 su nivel anterior, aunque otras, como el turismo, las actividades recreativas o el comercio no lo harán completamente, en parte por limitaciones de demanda y en parte porque existen nuevas actividades competidoras.

Con estas premisas, es previsible que el efecto de ómicron amortigüe el crecimiento de la actividad en el primer trimestre. Dada la favorable situación epidemiológica de la región, la permanencia de un clima que facilita las relaciones en el exterior, y teniendo en cuenta la debilidad que la actividad mostró en el mismo trimestre del año anterior, la economía mantendrá el tono expansivo en tasa interanual, aunque moderando su ritmo de crecimiento, en línea con el retroceso del consumo de los hogares, contenido por la incertidumbre y la elevada inflación. La gradual desaparición de los efectos negativos provocados por la última oleada de contagios permitirá recuperar una dinámica de crecimiento más expansiva a partir del segundo trimestre. Aceptando que los riesgos a la baja no se materialicen, y en un escenario de menor incertidumbre sanitaria, los hogares tendrán una nueva oportunidad para incorporar al consumo y la inversión una parte del ahorro embalsado durante la pandemia. Además, la eliminación gradual de las restricciones a la movilidad en las economías de nuestro entorno impulsará la recuperación del turismo y un aumento de los intercambios comerciales. El consumo de los no residentes, la demanda exterior y, sobre todo, la inversión serán los componentes de la demanda que impulsen el crecimiento en la segunda mitad del año, cuando sean visibles los efectos de la ejecución del Programa de Recuperación Next Generation EU. Los registros históricos del empleo en las administraciones públicas limitarán la capacidad de crecimiento del consumo público, por lo que es previsible que vaya retrocediendo su aportación a la demanda interna.

Desde la perspectiva de la oferta, es previsible que los problemas de suministros se vayan disipando en el transcurso del año y que el levantamiento de las restricciones de los socios europeos anime las exportaciones de las especializaciones manufactureras andaluzas, impulsando una cierta aportación de la industria al crecimiento de la demanda agregada. La favorable evolución del mercado inmobiliario mantendrá la dinámica expansiva del sector de la construcción, impulsada con los fondos europeos asignados a la rehabilitación de las viviendas, y los servicios intensificarán su crecimiento, apoyado en el consumo de los hogares y en la recuperación del turismo, fundamentalmente internacional.

Con las anteriores consideraciones y contemplando un escenario en el que no se materialicen los riesgos a la baja para el crecimiento, el Panel de Expertos del Observatorio Económico de Andalucía, una vez revisadas sus anteriores estimaciones, prevé un aumento del PIB regional del 5,5% para 2022, muy cerca de alcanzar los niveles de recuperación de la actividad previos a la pandemia.

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