20/04/2024

“Bienvenidos a Babel”
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La Universidad de Sevilla se llena de idiomas como el tailandés, el letón o el árabe en una jornada de microclases gratuitas impartidas por alumnos del Máster en Enseñanza del Español

No hubo que cruzar fronteras ni atravesar océanos para saltar de una lengua a otra, de una cultura a la siguiente. El edificio del Rectorado de la Universidad de Sevilla volvió a transformarse un año más en una nueva Babel en la que la enseñanza de un idioma, además de contenido lectivo, fue una celebración de la pluralidad y la riqueza cultural. Sus responsables, 21 alumnos del Máster Universitario en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera y otras Lenguas Modernas (MasEle), que durante una jornada ofrecieron microclases gratuitas de una decena de idiomas diferentes. Su artífice, el profesor Christoph Ehlers, entusiasta impulsor de una iniciativa que concibe como una reivindicación de la “diversidad lingüística y cultural”.

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El Festival de Babel, como los alumnos lo han llamado, se concibe como un microcircuito en el que los estudiantes del máster se convierten en profesores. En parejas o grupos de tres imparten nociones básicas de una lengua en sesiones de 30 minutos de duración. Los asistentes acuden sin preinscripción previa tras haber conocido el programa por los carteles colocados en la propia universidad, difundidos a través de las redes sociales o por el boca a boca. Babel supone para la mayoría de ellos un primer contacto con idiomas tanto cercanos como exóticos. En esta ocasión, las clases se han impartido en chino, árabe, japonés, tailandés, letón, rumano, alemán, francés, italiano y portugués.

Con la de este año ya son 11 las ediciones en las que los alumnos del máster para formar profesores de español se sumergen en esta “celebración de la diversidad”, como la define el profesor Ehlers. De hecho, esta apuesta por lo diverso queda patente en las 44 lenguas que se han abordado a lo largo de los años. “Las que más interés y curiosidad despiertan son las lenguas ‘pequeñas’, exóticas… A los estudiantes que quieren ofrecer inglés les digo que inventen algo interesante y divertido, porque con el inglés la gente no se mete en el aula”, explica.

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El grupo de alumnos-docentes siempre es heterogéneo. Algunos nunca han estado frente a una clase. Otros acumulan ya experiencia, desde clases particulares hasta escuelas de verano con menores desfavorecidos, pasando por clases a refugiados o intercambios lingüísticos durante estancias en el extranjero como Erasmus.

El Festival de Babel es una práctica enmarcada en la asignatura ‘Fundamentos de Metodología de la Enseñanza de Segundas Lenguas’ y es, precisamente, una forma de que los futuros docentes aprendan a dar la mano a un grupo que quiere introducirse por primera vez en otra lengua. “Se parte del concepto de ‘learning by doing’, es decir, aprender haciendo, porque no tendría sentido debatir sobre asuntos teóricos acerca de la adquisición de segundas lenguas cuando más o menos la mitad del alumnado no ha dado una clase en su vida”, defiende Christoph Ehlers, que considera fundamental “proporcionarles un contexto de aprendizaje”.

El mundo, en un salto

Tras dos semanas de preparativos, el 3 de febrero ha sido este año el día elegido para que los futuros profesores de español conviertan a la Universidad de Sevilla en una encrucijada de culturas. Cinco aulas distribuidas a ambos lados de un pequeño pasillo de la Facultad de Filología acogen durante toda la tarde esta pequeña representación del mundo. Organizados en dos turnos en los que simultáneamente se enseñan cinco idiomas, el público asistente rota cada media hora entre las aulas que ofrecen la lengua elegida. El profesor Ehlers, reloj en mano, marca con una campana el inicio de las siguientes clases.

En una de las aulas, un grupo practica las presentaciones y saludos en chino entre gestos de cortesía propios del país asiático. En otra a tan solo unos metros, se cocinan crepes mientras se repasa en francés su receta. Enfrente, una docena de personas aprende a describir las partes del cuerpo en letón. Unos pasos más allá, otro grupo conoce en árabe la importancia de los desayunos en familia para estos pueblos.

Babel suele marcar para los estudiantes del máster “un antes y un después”, asegura Ehlers. “Es el primer ‘subidón’ profesional para algunos, se enfrentan a una clase, la gente sale satisfecha… Alrededor del 90% del alumnado se siente reforzado al salir de esta experiencia”, destaca el profesor.

Una satisfacción de la que dan testimonio alumnos como Joud Kittawi o Jesús Fernández, que han impartido árabe y japonés, respectivamente, y que aseguran haber vivido una experiencia positiva y gratificante tanto por la respuesta de los alumnos como por la propia organización de las clases.

Algunos de los profesores de Babel, como Fabián Bizcocho, ya venían con amplios conocimientos de la lengua que han enseñado, en su caso, el chino. Un idioma que Fabián estudió durante el grado y en el que profundizó mejor durante su estancia como Erasmus en Taiwán. “Conocí algo de la cultura de allí y me encanta, al igual que la lengua y las personas”, señala el estudiante, para quien ésta “ha sido una experiencia muy enriquecedora”. “No solo porque es un reto al que nos vamos a enfrentar una vez que salgamos al mundo laboral, sino también porque ver que la gente se interesa por algo a lo que has dedicado tanto esfuerzo es muy satisfactorio”, asegura.

Para otros de sus compañeros, el desafío ha sido también sumergirse en un idioma que apenas conocían. Es el caso de Carmen del Río, que ha impartido letón. “Yo había estado de Erasmus en Riga (Letonia), pero ha sido aquí donde me he esforzado para aprenderlo”, señala la estudiante. “Todo se trabaja y todo se consigue y hemos conseguido enseñar un poquito, que sea divertido, dinámico y que se disfrute otra lengua”, añade.

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La satisfacción de los asistentes a las sesiones es también una constante en todas las ediciones. No se trata solo de una percepción. A los participantes se les entregan a su llegada unos pequeños formularios en los que pueden plasmar sus impresiones sobre el ambiente, la estructura, el ritmo y los materiales usados en las clases. Incluso tienen la oportunidad de reflejar sugerencias de mejora para ser tenidas en cuenta en años venideros.

Termina el segundo turno y se acallan los ecos en el pasillo de la Facultad de Filología que, durante unas horas, ha acogido voces y culturas de distintos continentes. Los alumnos dicen adiós a una experiencia que los ha acercado a la actividad a la que quieren encaminar sus pasos en el futuro. Y Babel cierra sus puertas contradiciendo a la torre bíblica que le da nombre y demostrando, un año más, el poder de la diversidad lingüística y del intercambio cultural para derribar barreras y tender puentes.

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