25/04/2024

Apuntes sobre negociación colectiva en la economía digital
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Afirma Marta Peirano en El enemigo conoce el sistema, que la red no es libre, ni abierta, ni democrática. Es un conjunto de servidores, satélites, antenas, routers y cables de fibra óptica controlados por un número cada vez más pequeño de empresas. En este contexto, ¿por qué iban a tener interés las empresas digitales en negociar las condiciones de trabajo con los trabajadores? Es tan inverosímil esta posibilidad como que pudieran negociar con sus clientes la calidad o el precio del producto. La criptografía, los centros de datos, los algoritmos, las decisiones irrastreables, todo esto introduce un espacio sideral entre la propiedad de la plataforma digital y sus servidores, ya sean trabajadores o clientes. ¿Por qué van a negociar? Cuando el capitalismo digital es capaz de cambiar los hábitos lógicos de consumo de la población, y hacer que se compren y calcen chanclas en invierno y anoraks en verano, ¿por qué habría de detenerse en negociar salarios o condiciones de trabajo dignas? La empresa tecnológica que navega con las reglas del capitalismo digital, tiene una ilimitada capacidad disruptiva de crear nuevas formas de negocio absolutamente desconectadas de cualquier tipo de marco regulatorio tradicional. Cada seis meses aparecen cien fórmulas comerciales distintas de vender productos de primera necesidad en la red. Y de producirlos. El cliente condiciona la producción en este momento de la historia económica más que nunca en los últimos dos mil años.

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Si clientes y trabajadores no pueden negociar con las empresas tecnológicas por separado se necesita conectar ambos ámbitos de gestión, producción y consumo dado que todos somos clientes y trabajadores de las mismas empresas. Hay una sinergia no explotada en términos de conflicto colectivo dirigido que es la unión del interés comercial del cliente con el interés profesional del trabajador. Todos queremos que el médico que nos atienda en urgencias esté descansado, que el cirujano que nos trasplanta haya dormido la noche previa. Todos queremos que la operadora que nos atiende cuando tenemos sobrefacturación en suministro eléctrico entienda nuestro problema. Si somos el microdato del mercado, no podemos ser solo clientes o trabajadores, porque somos ambas cosas a la vez. Y la red nos tiene procesados como microdato cliente-trabajador.

Sean los sujetos colectivos, sindicatos, receptores de estas realidades si quieren seguir siendo útiles. La relación que las empresas tecnológicas tienen con los clientes, no puede ser distinta a la que las organizaciones sindicales deben tener con los clientes. El rubicón tecnológico de los sindicatos está en llegar al cliente de las empresas en las que trabajan los trabajadores a los que representan, y convencer a esos clientes de que solo las empresas digitales social y medioambientalmente responsables merecen seguir operando. El sindicato debe poner el énfasis en el hecho de la sostenibilidad social de las empresas, y trasladar a los clientes la necesidad de un consumo responsable que implica el respeto a las normas fundamentales de trabajo. Hoy el mercado de trabajo está penetrado y consustancialmente unido al mercado de productos, bienes y servicios. Esto lo ha entendido el capitalismo digital hace treinta años, pero los sujetos colectivos en el ámbito laboral aún no lo han visto. O, si lo han hecho, no saben cómo adaptarse a esta realidad que nos trasciende a todos.

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Esta es una cuestión constitucional y estructural de un nuevo modelo de relaciones de trabajo tanto en el plano colectivo como individual. Se trata de una refundación de los modelos sindicales tradicionales, de un replanteamiento crítico del modelo rígido de relaciones laborales surgido en la segunda mitad del siglo XX que es, en definitiva, un modelo surgido en el diseño de la negociación y el conflicto bajo los condicionantes de guerra fría de potencias nucleares, modelo que hoy no se corresponde con las nuevas potencias fácticas y globales que penetran todo el éter en el que el código binario 01 lo controla todo. Nuevos espacios de negociación para nuevos sujetos colectivos con implicación del cliente y con el control de las tendencias del mercado. Esta idea no ha sido aún recorrida por las organizaciones sindicales, pero sí por las organizaciones empresariales, lo que implica que la propuesta que hacemos tiene sentido.

Los Estados deben volver a tomar el control de la tecnología si queremos que haya un futuro humano para nuestras sociedades. Los intentos que se han observado desde las democracias iliberales o desde los regímenes autoritarios no han conseguido sino coartar las libertades. China es capaz de controlar a sus empresas tecnológicas, dando una variante de capitalismo digital no conocido en otras partes del mundo, pero lo hace desde la represión de las libertades individuales y colectivas, es decir, el Estado se suma al problema, no lo resuelve. Esto no debería ser así en occidente, desde luego no debe ser así en la Unión Europea. Pero la alternativa no puede ser rebajar los marcos regulatorios, que es lo que se está haciendo actualmente. La alternativa pasa por ser imaginativos y encontrar fórmulas de control y regulación que permitan un funcionamiento socialmente sostenible del capitalismo digital, y en ese terreno la negociación colectiva es imprescindible.

Sobre la base de modelos ya experimentados en la Unión Europea en la que los acuerdos marco surgidos de la negociación tripartita se convierten en regulación legal, habría que buscar instrumentos negociales, democráticos y transparentes en los que se sometiera el omnímodo poder de las empresas digitales al control del binomio cliente-trabajador. Internet acabó con la sociedad de clases en lo que al acceso al mercado se refiere. Hay que aprovechar el enorme potencial para la negociación que se encierra en las redes sociales, hay que trabajar con las herramientas que existen actualmente y dejar de lado las viejas herramientas, porque el mundo ya no funciona así, y los sujetos colectivos tienen la responsabilidad social de abordar cuanto antes este esfuerzo. La recompensa puede ser domar a esa fiera que es el capitalismo digital.

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