Antonio, cuéntanos, FATRANS se ha convertido en un referente habitual en este especial de transporte. Después de estos años de seguimiento, ¿cómo describiría la evolución del sector en Andalucía desde su primera entrevista con Tribuna en septiembre de 2022 hasta día de hoy, 2025?
Pues la evolución ha sido muy significativa. En los últimos años, sobre todo a raíz de la pandemia y del paro general que se produjo en España, el transporte ha adquirido otra percepción tanto en la sociedad como en la economía. Antes ya era considerado esencial por la industria, pero ahora la sociedad en su conjunto valora mucho más a nuestras empresas de transporte.
El papel de FATRANS como federación andaluza —la más grande de España en número de empresas— también ha sido reconocido, porque se ha visto lo que hemos conseguido en este tiempo. Andalucía está viviendo un momento de expansión: somos una economía ejemplar, con un crecimiento notable en la industria y, de manera muy destacada, en el sector agroalimentario. Ese crecimiento ha permitido que nuestras empresas de transporte también hayan ganado en tamaño y relevancia.
Como comentas, el transporte es esencial para la economía andaluza. ¿Qué sectores productivos de nuestra comunidad dependen más del buen funcionamiento del transporte de mercancías?
El primero, sin ninguna duda, es el sector agroalimentario. Andalucía es la gran despensa de productos frescos de España y Europa, y ese crecimiento parece imparable. En este ámbito, la logística y el transporte son fundamentales, y el transporte por carretera tiene una flexibilidad y rapidez que hoy por hoy no alcanzan otros medios como el ferrocarril o el barco.
Junto al agroalimentario, el sector aeroespacial está generando muchísima actividad, y la minería también está creciendo de manera importante. Son sectores que hace años no tenían tanto peso y que ahora aportan gran cantidad de trabajo. El aeroespacial va claramente a más, y la minería, que ya tenía cierta relevancia, está cogiendo aún mayor impulso. En definitiva, la logística y el transporte se han convertido en piezas clave para el crecimiento de la industria andaluza.
En los últimos años se habla mucho de sostenibilidad, aunque no siempre se valora el esfuerzo real que hacen las empresas. ¿Qué avances observa en Andalucía hacia un transporte más verde y qué faltaría por hacer?
Para cumplir con la Agenda 2030 se han fijado objetivos ambiciosos, pero lo cierto es que hoy por hoy no son del todo viables. Lo más probable es que esos objetivos se vayan posponiendo, porque la tecnología no evoluciona al mismo ritmo que marcan los plazos.
Ahora mismo se están utilizando cada vez más combustibles sostenibles, como gasóleos ecológicos procedentes de aceites vegetales, que permiten una reducción muy importante de emisiones. Poco a poco se van introduciendo, y representan un avance real.
La electrificación, sin embargo, se está aplicando de manera limitada: funciona en distancias cortas, en el reparto de última milla o en transportes comarcales. Pero para vehículos pesados —los que requiere la industria andaluza para el transporte nacional e internacional— no es una opción viable todavía.
Las empresas del sector sí están incorporando vehículos cada vez menos contaminantes y reduciendo emisiones de forma gradual. Pero, insisto, alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 será muy complicado porque la tecnología no avanza a la velocidad que se exige en transporte de mercancías.
La digitalización también está transformando no solo la logística, sino muchos sectores de la sociedad. ¿Qué oportunidades se ofrecen a las pymes del transporte andaluz y qué barreras encuentran?
La digitalización ya es algo interiorizado en todo el sector. Hoy no hay empresa, ni pequeña ni grande, que no tenga sistemas de optimización de rutas o localización por satélite. Esto ayuda a reducir emisiones, porque garantiza la elección de la ruta más adecuada y con menor consumo.
Se han puesto en marcha ayudas, aunque no siempre se han diseñado para las necesidades reales de las empresas. Algunas, como el kit digital, han servido de apoyo, aunque limitado. En cualquier caso, sí ha permitido que muchas pymes puedan dar un paso adelante.
Lo cierto es que incluso el autónomo que tiene un solo camión cuenta ya con una tecnología comparable a la de una empresa con 500 vehículos. En otros ámbitos, como la autofacturación o la documentación electrónica, la implantación va más lenta, pero poco a poco se avanza.
Como sabemos, la federación agrupa a un gran número de empresas. ¿Qué preocupaciones les trasladan hoy con más fuerza sus asociados y qué papel juega la federación a la hora de canalizarlas?
La principal preocupación, sin duda, es la escasez de conductores. Es un problema que no solo existe en Andalucía o España, sino a nivel europeo y mundial. Cada vez es más difícil encontrar mano de obra y el relevo generacional prácticamente no existe. Muchas vacantes se están cubriendo con conductores de terceros países, sobre todo de Sudamérica.
El problema es que los trámites de extranjería son largos y caros: incorporar un conductor extranjero puede tardar entre tres y seis meses, y los costes recaen tanto en la empresa como en el trabajador. Hay muchísima demanda en países como Colombia, Venezuela, Argentina o Chile, pero los procesos son muy engorrosos.
La segunda gran preocupación es la incertidumbre legislativa, especialmente la vinculada a la Agenda 2030. Esa incertidumbre frena inversiones, porque las empresas no saben qué vehículos comprar, si dentro de dos o tres años quedarán obsoletos o si la normativa cambiará de nuevo.
La tercera preocupación es la falta de aparcamientos seguros. En Europa existe una gran inquietud al respecto y se están empezando a construir con fondos europeos, pero en Andalucía seguimos a la cola en este aspecto. Y esto influye directamente en la seguridad de los conductores y en la percepción de la profesión, que cada vez resulta menos atractiva para los jóvenes.
Como comentabas al principio, Andalucía tiene una posición estratégica en el mapa logístico del sur de Europa. ¿Estamos aprovechando realmente ese potencial?
Tenemos que ser realistas: estamos en el sur del sur de Europa. Eso significa que, para exportar, nuestros conductores y nuestras industrias deben recorrer mil kilómetros hasta la frontera. Esa distancia es un hándicap evidente.
Sin embargo, también es una oportunidad: Andalucía es la puerta de entrada a África, y el continente vecino tiene un enorme potencial de crecimiento, especialmente Marruecos. Aquí las empresas andaluzas están bien posicionadas.
Los puertos de Algeciras, Motril, Málaga y Sevilla están reforzando las conexiones con África, y eso abre un espacio de crecimiento que debemos aprovechar. Nuestra ubicación como región limítrofe con África es un valor estratégico que cada día cobra más importancia y que aún tiene mucho recorrido.
Para concluir, después de tantos años de experiencia, ¿qué le sigue sorprendiendo del día a día del transporte en Andalucía?
Me sorprende la capacidad de resistencia de nuestros transportistas. El transportista andaluz siempre ha sido reconocido en Europa porque no le teme a nada.
A pesar de las dificultades —la falta de infraestructuras, los peajes por uso de autovías en muchos países, las amenazas constantes de implantar medidas similares en España—, seguimos invirtiendo y creciendo. Y sinceramente, no sabría decir cómo lo hacemos, pero es algo que me sigue sorprendiendo y admirando cada día.




