Hasta hace apenas unos años, hablar de sostenibilidad era como tener una conversación sobre el “tiempo atmosférico”. Hoy no es una opción el no saber qué significa la sostenibilidad, sino que es más una necesidad tener el más mínimo conocimiento. No hay conversación o corrillo que se precie en el que no se hable de “ésta”, pero ¿saben de verdad todo lo que abarca e indica?
La sostenibilidad es mucho más que la protección del medio ambiente. La sostenibilidad implica un equilibrio entre la cohesión social, la preservación de los recursos naturales y el desarrollo económico. ¿Difícil?, mucho. ¿Imposible?, nunca porque la sociedad debe realizar el trabajo de crecer y crecer sin agotar su entorno. Un entorno que si es bien gestionado, puede generar riqueza y beneficiar a las futuras generaciones, que serán quienes continuarán con lo que se establezca en el presente.
Este es el contexto actual y en el que Andalucía ocupa un lugar estratégico por su riqueza natural, con espacios únicos como el Parque de Doñana, Sierra Nevada o las marismas del Guadalquivir y la Sierra de Cazorla, que la convierte (NOS CONVIERTE) en un territorio privilegiado, pero también especialmente vulnerable. La región cuenta con un enorme potencial para liderar la transición ecológica y así ha sido entendido por todos; algo que nos posiciona como referente en energías renovables, especialmente la solar y la eólica
Este es un momento en el que hay que decidir, por lo que la sostenibilidad no puede seguir siendo un discurso abstracto y traducirse en políticas valientes, inversiones inteligentes, formación continua y profesionalización y, por supuesto implicar para que los andaluces seamos la ciudadanía involucrada con una escenario, absolutamente novedoso.
Ya se están dado pasos como fijar como meta el 2030 para que el 82% de la electricidad generada en la región provenga de energías limpias. Nuestra comunidad ha logrado el 85% del objetivo de reducción de emisiones de CO2 y ha superado el 50% de la meta de eficiencia energética en edificios públicos. Actualmente se están impulsando proyectos industriales vinculados a la transición energética y son muchas las empresas privadas que han sido reconocidas por su compromiso con la sostenibilidad, y provincias como Huelva, que destaca como polo industrial verde, concentrando el 44 % de las inversiones en tecnologías limpias y descarbonización.
Pero ¿saben qué? Que la sequía continúa siendo uno de los principales problemas estructurales de la región, y aunque las lluvias recientes, de este pasado mes de marzo en el que ha caído el agua casi sin interrupción, aliviando la situación; la recuperación puede ser lenta, además de requerir una gestión más eficiente del agua.
Tenemos que decir que Andalucía ha aprobado una Ley de Economía Circular pionera a nivel nacional (2023), acompañada de una Estrategia Andaluza de Economía Circular. La Junta ha movilizado más de 146 millones de euros en subvenciones para apoyar a los ayuntamientos en proyectos como la recogida selectiva de biorresiduos, la mejora de plantas de tratamiento y la reducción de residuos. Además, el Observatorio Municipal para la Transición hacia la Economía Circular (OMECA) ofrece herramientas de autodiagnóstico y planificación para que los municipios evalúen y mejoren su circularidad.
Ya lo hemos dicho antes, para que todo esto sea, es indispensable y fundamental educación ambiental, como el programa ALDEA. Una propuesta educativa impulsada por la Junta de Andalucía, donde se promueve esta iniciativa, abordando temas como el uso del agua, y el estudio y conocimiento del cambio climático y la biodiversidad, la educación tiene y debe llegar a las empresas. Empresas que, según el Pacto Mundial de la ONU, el 85 % de las empresas andaluzas ya realiza acciones alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y a la que se tienen que sumar todas para llegar al 100%.
A pesar de los avances, Andalucía aún enfrenta importantes obstáculos para consolidar un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible porque: falta financiación estable y específica, muchos tienen la sensación de que existe descoordinación institucional entre las distintas administraciones, lo que dificulta la implementación de políticas integrales, y el marco legislativo es muy complejo y, lo más llamativo, cambiante, lo que ralentiza la ejecución de iniciativas… Y sí, lo volvemos a repetir: DÉFICIT DE FORMACIÓN, tanto en la ciudadanía como en sectores productivos que no son conscientes de las exigencias y los beneficios de la sostenibilidad.
De nada sirve leyes cuando apenas queda tiempo para llevar a cabo la transformación profunda de sectores que son básicos para Andalucía como son el turismo, el transporte y la agricultura intensiva.
Sectores vitales que tenemos que repensar porque no podemos convertir a Andalucía en un destino turístico sostenible sin una gestión más respetuosa con lo que es nuestro y queremos mostrar a los demás. No podemos dejar de depender de nuestros coches por falta de infraestructuras de transporte que limita y aislar a zonas rurales que ofrecen oportunidades únicas que se desaprovechan porque llegar a veces se hace insoportable (y lo cuenta una a le que costó ir y volver a Úbeda desde Sevilla en el día, once horas y sin comer -¡OJO A ÚBEDA!- Y no podemos reducir el impacto ambiental sin avanzar hacia modelos como la agroecología (mirémonos en espejos de otros países que lo llevan haciendo desde hace tiempo… No pasa nada por copiar)
Este es el lienzo, y ahora debemos coger el pincel (perdón por el símil, pero es así como debemos verlo): Con perspectiva y miras altas porque todo esto va a ser un trabajo ingente. Un trabajo que requiere de una alianza real entre administración, empresas, centros educativos y ciudadanía. Sólo así, con esta visión compartida y una acción coordinada será posible construir una Andalucía más justa y respetuosa con su entorno.
El tiempo de las buenas intenciones ha pasado. Es el momento de transformar, de construir, y de tomar decisiones que van a marcar y cambiar el rumbo de Andalucía en las próximas décadas.
Y sí es Andalucía la que debe marcar el camino y la senda a seguir. No basta con tener la voluntad de porque es el momento de transformar los compromisos en políticas reales, de pasar de lo que está en el papel a la acción.
Andalucía tiene todo lo necesario para liderar este cambio: talento, recursos, conciencia social y una identidad profundamente ligada a la tierra, personalidad, o eso que muchos llaman idiosincrasia. Una posición que si sabe aprovecharla no sólo la va a llevar a convertirse en una región única, sino en un modelo que va a inspirar al mundo porque va a ser el ejemplo de una Andalucía que busca el equilibrio en el respeto por el entorno, las personas y su propia historia. Una Andalucía, y eso es lo más importante, que no compite por ser la más grande, sino por ser la más comprometida y coherente con lo que fuimos, somos y queremos ser.
Fuentes: Agencia Andaluza de la Energía, Junta de Andalucía, Plan general de Turismo Sostenible de Andalucía META 2027, Ministerio para la Transición Ecológica.