Para comenzar nos gustaría conocer su historia, ¿cómo nació Aceites de Arjona y qué los inspiró a dedicarse a la producción de aceite?
La cooperativa Aceites de Arjona nace de la unión de tres cooperativas emblemáticas del municipio de Arjona, Jaén, San Bonoso y San Maximiano, San Isidro Labrador y San Nicasio, eran tres cooperativas emblemáticas de la zona, que contaban con una trayectoria de más de 40 años que, debido al proceso de cómo va evolucionando el sector, el mercado y viendo el futuro del sector primario, en concreto, el del aceite de oliva, decidieron hacer un acto de valentía y generosidad y se fusionaron para expandirse y formar una única entidad, bajo el nombre de Aceites de Arjona, que nació hace año y medio, desde el convencimiento de que solo desde la unión se podía garantizar un futuro sólido para nuestros agricultores y nuestra descendencia.
Lo que nos inspira es garantizar un futuro sólido y el compromiso con nuestra tierra, el 95% de las gestiones y de los proveedores con los que trabajamos son de kilómetro 0, porque queremos que todos los beneficios se queden aquí para que repercutan en nuestra sociedad. Queremos mejorar constantemente, siempre mirando por el olivar tradicional, que está muy castigado, hemos querido darle un modelo de cooperativa moderno, con visión de futuro.
¿Qué balance hacen de este año y medio de trayectoria? ¿Han sido buenos tiempos?
Nuestro balance actual es muy positivo, porque en el día a día se van viendo los beneficios y las mejoras que la unión ha supuesto, no solamente a nivel de costes, sino también de comercialización, trazabilidad, calidad de los aceites, etc.
Casi 700 hectáreas se han unido a la cooperativa este año, aunque vengamos de la campaña 2023-2024 que no fue muy buena, este año hemos cuadriplicado los kilos de aceituna con respecto a la campaña pasada.
Por lo tanto, está siendo una campaña muy positiva.
Sí, en relación con este aspecto, muy positiva, pero en cuanto a mercado no está siendo tan positiva, venimos de precios muy elevados, que en ese momento estaban justificados porque no había producto, la ley de la oferta y la demanda. Pero esta campaña, aunque ha llovido mucho, los precios han bajado bruscamente, hecho que no nos beneficia.
Actualmente los costes medios superan, en el olivar tradicional, los 3,2 euros por kilo producido y se están realizando y cerrando operaciones por debajo de su umbral, lo que hace inviable la rentabilidad para muchos agricultores. Si además sumamos el aumento de precios de los abonos, la energía, el agua, los seguros, etc., todo esto no ha seguido la tendencia del mercado del aceite de oliva el mercado, que ha bajado bruscamente, sin sentido, y, en cambio, los insumos han sido todo lo contrario, han mantenido precios elevados e incluso han aumentado.
Todo esto refuerza nuestra visión de ser eficientes, de que el sector necesita una profesionalización y medidas de apoyo al olivar tradicional. Aunque nuestro balance haya sido positivo, no quiere decir que el del mercado en general lo sea.
Si hablamos de tendencia, ¿cómo ha evolucionado la demanda de aceite en estos últimos años?
La demanda ha sufrido muchos altibajos, durante los años de escasez la campaña era bastante baja a nivel de producción de aceite, el consumo interno bajó muchísimo, debido a esos precios tan elevados, aunque el interés por la calidad se mantuvo, cada vez se valora más la calidad del aceite y el consumidor es fiel a ella.
Ahora mismo, con la bajada de precios, el consumidor vuelve a recuperar el consumo habitual, es lógico que busquen precios razonables, pero estos precios razonables deben ser rentables también para el agricultor.
Consideramos que producimos y vendemos no solo un producto de alta calidad, producimos salud. A nivel internacional el aceite de oliva sigue siendo un producto valoradísimo. Somos el país líder en producción de aceite de oliva, pero creo que tenemos aún mucho que aprender en cuanto a su valoración.
Incidiendo en la cooperativa, ¿qué aceites producen actualmente y cuáles son los más demandados?
Producimos la variedad picual, principalmente. Aquí contamos con olivar tradicional de secano, hay poca proporción de riego aún. Este año con la fusión, nos atrevimos con la variedad frantoio, que ha sido muy bien recibida, tanto por los socios como por los clientes.
Contamos con dos marcas, Príncipe de Piquía, en la que ha colaborado el escritor y premio Planeta Juan Eslava Galán; ha participado en el nombre, diseño, nos ha regalado todos sus conocimientos sobre la historia, ha sido maravilloso este trabajo. La otra marca es Condado de Albaida, que tiene una historia muy bonita, su etiqueta ha sido diseñada por un grupo de chicos y chicas de la residencia de adultos y unidad de estancia diurna Ciudad de Arjona, le propusimos el proyecto y aceptaron encantados, ha sido un proceso precioso el poder trabajar con ellos, haciendo realidad la inclusión social en este mundo.
Apostamos por un aceite de oliva de calidad excepcional, no podemos olvidar que la variedad picual es la más demandada en la actualidad, por su intensidad, resistencia y versatilidad.
A modo de conclusión, ¿qué retos anticipan para la industria del aceite en estos próximos años? ¿Cómo se están preparando para afrontarlos?
Creemos que nuestro principal reto es hacer sostenible el olivar tradicional, es nuestra principal misión. Ya que la competencia de modelos más intensivos y mecanizados es muy fuerte, desde Portugal, algunas zonas de Extremadura o Córdoba, etc. Consideramos fundamental destacar que el olivar tradicional cuida el paisaje, el entorno y el medio ambiente, por lo que nuestro principal reto es conseguir que este valor se reconozca, tanto institucionalmente como por parte del consumidor.
Tenemos que seguir profesionalizando el sector, innovando, apostando por la diferenciación y en Aceites de Arjona ya hemos empezado este camino, hemos dado pasos muy importantes con la fusión de tres cooperativas, para intentar que el relevo generacional y la rentabilidad es nuestro municipio y su entorno sea viable y posible.