En apenas un mes, se cumplirá un año desde que en nombre de Mujeres Valientes, firmé el protocolo de colaboración con la Consejería de Industria, Energía y Minas de la Junta de Andalucía para promover la igualdad de género en los sectores industrial y minero, suscrito también por BoostHer, Women in Mining & Industry Spain y Ellas Vuelan Alto. Aquel día se sentaron las bases que ha dado fruto a varias líneas de trabajo entre las que cabe destacar la celebración de la I Semana de la Mujer en la Industria y la Minería Andaluza.
Decir que fue una buena noticia, es quedarse corta porque en Andalucía solemos hablar mucho de turismo, de flamenco, de gastronomía y de playas. Y está muy bien, porque son parte de nuestra identidad y de lo que nos hace atractivos al mundo. Pero hay otra Andalucía que a veces se queda en segundo plano: la que fabrica, la que investiga, la que extrae recursos, la que genera energía y la que sostiene buena parte de la economía real. Esa Andalucía industrial, energética y minera existe, aunque no siempre se le da el reconocimiento que merece y, lo más importante, también tiene nombre de mujer. Mujeres que con nombre y apellido representan y abanderan a muchas que se posicionan en sectores que “históricamente” han sido ocupados por hombres.
Por eso el hecho de que la Junta haya lanzado los primeros Premios “Nuestra Industria, Energía y Minas” es dar el valor a mujeres que deben y tienen que tener un reconocimiento que además de reconocer el éxito también reconoce el esfuerzo, y dando visibilidad a aquellas que representan a muchas, lo que representa un orgullo colectivo. Porque, no sé ustedes, pero en estos sectores, en los que la mayoría de las veces se trabaja en silencio, yo tengo la sensación, tras más de diez años dando voz a empresarias, emprendedoras y profesionales, de que la sociedad no termina de valorar lo que aportan porque no las conoce, no sabe quiénes son y no es capaz de poner cara a las que están llamadas a cambiar el mundo.
Así que bienvenidos estos premios que vienen a reconocer la trayectoria profesional, institución, energía, industria y minería; situando en el mapa a la persona que ha dedicado su vida a sacar adelante proyectos, a empresas que innovan y que apuestan por la sostenibilidad desde Andalucía.
La idea es sencilla: poner cara y nombre a quienes están detrás de los números del PIB, del empleo y de la innovación. Porque cuando hablamos de industria o energía solemos pensar en cifras macroeconómicas, pero detrás hay historias personales, trabajo en equipo y proyectos que están llamados a ser lo que mejor representa a Andalucía.
Algunos dirán: “¿Y de qué sirve un premio honorífico?”. Y yo digo que sirve de mucho. Sirve para que Andalucía mire hacia sectores que no siempre salen en la foto. Sirve para que las chicas que tienen que elegir carrera universitaria técnicas o que ya estudian alguna ingeniería en alguna universidad de nuestra geografía, vean que hay futuro en su tierra. Así que sí, sirve para que las empresas se sientan respaldadas y para que los trabajadores tengan la certeza de que su esfuerzo no pasa desapercibido.
Y qué les voy a contar del momento en el que llegan estos premios. Este, y para quien no lo sepa, es un momento clave. Un momento en el que la transición energética, la digitalización industrial y la modernización de la minería no son debates de futuro, son debates de presente. Y ¿saben qué?, que Andalucía tiene que decidir si quiere ser protagonista o espectadora porque es el momento de decir que estamos en el camino correcto.
Y ahí estamos en el jurado de estos premios. Colegios profesionales, asociaciones empresariales, fundaciones y colectivos que representan tanto a la gran industria como a la sociedad civil. Desde el Colegio de Ingenieros Industriales hasta asociaciones como Ellas Vuelan Alto, BoostHer, Women in Mining & Industry Spain y Mujeres Valientes, pasando por clústeres tecnológicos y energéticos. Y qué quieren que les diga, tengo que reconocer que esa pluralidad es un acierto, porque acerca los premios a la ciudadanía, porque incluyen a colectivos que impulsan la presencia de la mujer y porque hablar de industria, energía y minería sin hablar de igualdad sería quedarse a medias.
Andalucía siempre ha tenido un discurso contradictorio respecto a su modelo económico. Por un lado, reivindicamos la agricultura, el turismo y los servicios, que está muy bien, pero por otro, nos quejamos de que falta industria, de que dependemos demasiado de sectores volátiles y esto tiene que cambiar y somos nosotros los que tenemos el deber de dar los pasos para que el futuro sea diferente.
Estos premios son un recordatorio de que sí tenemos industria, sí tenemos energía, sí tenemos minería. Y que además son sectores estratégicos para un futuro que ya es presente. Y no, no se trata de renunciar a lo que ya somos, sino de ampliar el abanico y diversificar. Porque una economía fuerte no puede depender de un solo motor ¿no les parece?
Durante décadas, la imagen de la minería o de la industria pesada ha estado asociada a hombres con casco y mono de trabajo. Hoy, esa imagen está cambiando. Ingenieras, investigadoras, directivas y técnicas forman parte de un nuevo relato que sí hay que “comprar”. Y darles visibilidad en premios como estos es fundamental para que las nuevas generaciones vean que no hay límites ni “techos de cristal”.
Pero… y aquí hago una reflexión: sería ingenuo pensar que con unos premios se solucionan los problemas estructurales. Reconocer está bien, pero apoyar es mejor. La industria andaluza necesita inversión en innovación, infraestructuras que faciliten la logística, un marco regulatorio estable y políticas que apuesten por la competitividad porque sólo así dejaremos de ser “vagón de cola” para convertirnos en la máquina que tire no sólo de Andalucía sino también de España.
La energía renovable, por ejemplo, es una oportunidad histórica para Andalucía. Tenemos sol, viento y recursos naturales que nos colocan en una posición privilegiada. Pero si no se acompaña de planificación, de formación de talento y de apoyo a las empresas, corremos el riesgo de quedarnos sólo con la foto. Y lo mismo ocurre con la minería. Hablar de sostenibilidad no puede ser solo una frase bonita. Tiene que traducirse en prácticas reales, en tecnología que reduzca impactos y en un compromiso firme con el territorio.
Estos premios son una invitación a mirar con otros ojos a nuestra industria, nuestra energía y nuestra minería. Son un recordatorio de que Andalucía no es solo sol y playa, sino también innovación, talento y capacidad de transformación.
Pero también son un aviso: no basta con aplaudir, hay que actuar. La Junta ha dado un primer paso con esta convocatoria. Ahora toca que la sociedad, las empresas y los propios trabajadores se lo crean y lo defiendan. Porque si queremos una Andalucía fuerte, sostenible y con futuro, necesitamos que estos sectores dejen de ser invisibles y se conviertan en protagonistas.
Al final, lo que está en juego mucho más de lo que pensamos porque tenemos mucho que construir… y aquí lanzo dos preguntas importantes: ¿Queremos que Andalucía solo sea un destino turístico? ¿O queremos que también se reconozca como una tierra que produce, que innova y que lidera en sectores estratégicos?
Por favor respondan y recuerden que estos premios no van a cambiar el mundo por sí solos, pero sí la percepción que tenemos de nosotros mismos. Y a veces, más de lo que pensamos, cambiar la percepción es el primer paso para cambiar la realidad. Así que sí, vamos a celebrar que, por fin, se pone el foco en quienes llevan años trabajando en silencio. Y, sobre todo, aprovechemos la oportunidad para abrir un debate serio sobre el modelo económico que queremos para nuestra tierra. Porque premios sí, pero políticas también. Y porque Andalucía merece que su industria, su energía y su minería dejen de ser secundarias y pasen a ocupar el papel protagonista que les corresponde.





