31/10/2025

La logística en España: entre innovación, crisis laboral y expansión territorial
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El sector logístico en España atraviesa un momento de tensión creativa

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El sector logístico en España atraviesa un momento de tensión creativa. Mientras emerge con fuerza como un pilar estratégico de la economía, también enfrenta contradicciones profundas: escasez de talento, presión social por la sostenibilidad, y la urgente necesidad de revalorizar una actividad esencial pero históricamente invisibilizada.

Un motor al rojo vivo

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En 2025, la logística en España registra un crecimiento que dobla o triplica la media de muchos sectores. La industria crece a un ritmo anual del 18 %, consolidándose como “uno de los motores del comercio y del empleo” nacional. Esa fuerza se refleja también en los movimientos del mercado inmobiliario-logístico. Grandes fondos como Blackstone, P3 o Azora han puesto en venta carteras logísticas por más de 500 millones de euros, señal inequívoca de que los activos ligados a almacenes y naves se han convertido en refugios atractivos para capitales institucionales.

La paradoja del talento: dignidad invisible en la cadena visible

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Este contraste —entre un sector que exige cada vez más talento y, al mismo tiempo, ha desvalorizado simbólicamente el trabajo logístico— constituye el núcleo del diagnóstico que que llevamos a cabo en Intelqualia sobre este sector allá por 2023, donde ya se detectó esta problemática que sigue vigente en la actualidad, puesto que las empresas reconocen la logística como una función estratégica, esencial para la competitividad y la satisfacción del cliente, pero las condiciones sociales del trabajo en el sector no acompañan ese nuevo estatus.

A medida que la logística se tecnifica —incorporando automatización, digitalización, trazabilidad y análisis predictivo— aumenta la demanda de perfiles cualificados: ingenieros de procesos, planificadores, técnicos en sistemas ERP o gestores de tráfico inteligente. Sin embargo, la base del sistema sigue apoyándose en empleos de baja cualificación percibida, como transportistas, mozos de almacén o repartidores, figuras que sostienen físicamente la red global, pero permanecen en el anonimato.

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Sociológicamente, esta tensión revela una fractura entre el valor económico y el valor social del trabajo. Mientras la logística se convierte en el nuevo nervio del capitalismo digital —responsable de que cada compra online llegue en horas—, su fuerza laboral experimenta desprestigio, fatiga y desafección. Se rompe así el vínculo simbólico entre utilidad y reconocimiento: la logística produce bienestar, pero no prestigio.

En dicho informe se subraya además un fenómeno cultural de fondo: la desaparición del “entrenamiento intergeneracional”, donde los oficios logísticos se heredaban de padres a hijos. Hoy, los jóvenes asocian el sector con jornadas extensas, escasa conciliación y un horizonte incierto ante la automatización y el vehículo autónomo. La falta de relevo no es solo una cuestión formativa: es una crisis de identidad colectiva. No se trata solo de subir salarios, sino de reconstruir el relato social de la logística: transmitir su papel central en la economía circular, en la sostenibilidad urbana y en la seguridad del suministro. En otras palabras, hacer visible lo invisible.

Intelqualia interpreta esta demanda como un reto de comunicación y de estructura: si la logística aspira a ser el cerebro de la nueva economía, debe también convertirse en un espacio atractivo para trabajar, aprender y hacer carrera. La formación, la estabilidad y el reconocimiento son los tres pilares sobre los que podría edificarse esa nueva dignidad logística.

Tecnología, sostenibilidad y reinvención

No es casual que la feria SIL 2025 (Barcelona) haya destacado por su apuesta clara por la innovación: participaron 650 empresas con 163 estrenos mundiales, y la inteligencia artificial (IA) —junto con plataformas virtuales como SILvIA— se convirtió en centro de atención.

Entre las tendencias citadas por expertos del sector en 2025 destacan cuatro herramientas clave: cloud computing, IA, gemelos digitales y modelos de entrega “a no domicilio” (lockers, hubs de reparto, etc.).

El impulso normativo también juega su papel. La recién aprobada Ley de Movilidad Sostenible busca convertir la movilidad en un derecho, exigir planes de sostenibilidad a grandes empresas, fomentar la electromovilidad y promover el uso del ferrocarril frente al camión por carretera.

Uno de los efectos más visibles: la apuesta por centros logísticos ferroviarios y el fortalecimiento de la intermodalidad. En Castilla y León, el Ministerio de Transportes ha anunciado un centro logístico de Renfe en Venta de Baños, con unos 10.000 m², como parte de una inversión estatal de 1.000 millones para el periodo 2025-2030.

Andalucía, un potencial en ciernes

Andalucía —con su posición geográfica favorable, conexiones por carretera y ferroviarias en expansión— puede captar inversiones logísticas si logra activar su narrativa territorial.

La clave estará en consolidar alianzas público-privadas, diseñar planes agresivos de formación técnica (centrados en logística 4.0), y garantizar que la infraestructura acompase las expectativas: naves modernas, parques logísticos, intermodalidad ferroviaria y acceso eficiente.

Si Córdoba logra articular su identidad logística y reducir trabas burocráticas, puede disputar con otros polos logísticos españoles, incluso atraer nodos al nivel de plataformas de distribución o almacenamiento regionales para el sur de España y el norte de África.

Los dilemas pendientes

Talento y profesionalización: el sector debe revertir la idea de que el trabajo logístico es de segunda categoría. Mejores condiciones, formación continua y reconocimiento simbólico son urgentes.

Desafíos estructurales: la infraestructura (accesos, conexiones ferroviarias, digitalización territorial) puede ralentizar o dinamizar los proyectos.

Equilibrio entre innovación y equidad: la adopción tecnológica (IA, automatización, gemelos digitales) debe traducirse en mejoras laborales reales, no solo en productividad y reducción de costes.

Sostenibilidad real, no cosmética: electrificación, uso de combustibles alternativos e infraestructura verde deben integrarse con rigor, no como gestos simbólicos.

La logística en España ya no es un engranaje invisible: es una zona de conflicto, innovación y oportunidad. Mientras grandes fondos apuestan por naves y plataformas, los trabajadores exigen dignidad laboral, y los territorios pugnan por convertirse en nodos estratégicos.

Si Andalucía lee bien la transformación —y actúan con audacia— pueden convertir el latido logístico en un motor de desarrollo territorial sólido y sostenible.

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