“Hemos descubierto e redondeado toda la redondez de la Tierra”. Esa, y no otra, fue la frase de Juan Sebastián Elcano que, tras dar la vuelta al mundo, dijo cuando pisó tierra firme tras tres años y veintiocho días, de una larga travesía. Una “aventura” en la que de las cinco naos que salieron desde Sevilla, sólo una regresó a puerto.
Dieciocho hombres fueron los que volvieron maltrechos y agotados de una de las gestas más importantes de la Historia de la Humanidad. Habían dado la vuelta al mundo, tal y como informaba Juan Sebastián Elcano a Carlos V y cumplían con la promesa de dar las gracias en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en Triana, por salvarlos de una de las numerosas y peligrosas tormentas que tuvieron que sufrir.
Fueron muchas las tempestades y sufrimientos los que soportaron unos hombres que se echaron a la mar, sin saber lo que se iban a encontrar. Hombres temerosos y sin apenas certezas de nada. Una tripulación que sí tenía el convencimiento de que más allá no existía nada. Habitaban en un mundo, se suponía plano y el que más allá de las fronteras conocidas, se encontrarían con la oscuridad y el vacío.
Hacemos esta introducción porque estos hombres se merecen este pequeño homenaje en esta, mi primera columna en Tribuna de Andalucía. Un reconocimiento a aquellos que tuvieron la “osadía” de llevar la innovación, la cultura y una lengua, más allá de las frontera imaginables y que se abrían al mundo, ahora sí, y desde Andalucía.
Han pasado los siglos. Los años han ido alterando aquellos “primitivos” mapas y localizaciones. El hombre ha experimentado, inventado, reinventado y acometido nuevas hazañas. Pero éstos de los que hablamos, se sirvieron de apenas unos instrumentos rudimentarios y la imaginación para demostrarnos hasta dónde somos capaces de llegar.
Y sí, el tiempo ha transcurrido y el ser humano, el Hombre en mayúscula, ha desarrollado una capacidad de adaptación inusitada. Eso que ahora llaman resiliencia y que en realidad es, nada más y nada menos, que llamar a la colaboración para, al igual que aquellos marineros obligados a ser valientes por las circunstancias, unir fuerzas para conseguir todos los propósitos.
Ellos lo hicieron sin apenas contar con la tecnología de la que hoy disfrutamos. Internet lo ha cambiado todo y ya convivimos con una generación para la que vivir sin esta poderosa herramienta, sería impensable.
Y llegamos hasta aquí. Estamos en pleno siglo XXI e Internet nos ha permitido conectarnos a nivel global. Hablar con gente desconocida. Trabajar en remoto. Compartir documentos… No vamos a extendernos en algo que (casi) todos conocemos; pero quiero hacer hincapié en que los que tenemos la suerte de vivir en el primer mundo, tenemos el privilegio de usar, casi de manera permanente, un terminal móvil cuyo contenido, encierra una técnica con la que no contaban, los primeros que llegaron a la luna, allá por 1969.
Esos somos nosotros. Y también nosotros somos los que estamos en un momento único. Un momento en el que debemos construir puentes con pilares fuertes que ayuden a diseñar oportunidades, para un futuro en el que Andalucía y los andaluces, cojan el timón y lideren este gran cambio.
Un mañana en el que la relación, la cooperación y la participación de empresas, instituciones, administración y universidad, va a ser indispensable para crear comunidad, interactuar, progresar y aportar desde Andalucía.
Una Andalucía que debe y tiene que convertirse en un modelo a seguir para los que esperan tanto de una comunidad que tiene la certeza, de que trabaja para lograr un objetivo común: Ser un auténtico ejemplo del verdadero significado de innovación abierta.
Son muchos los emprendedores y startups que están adoptando claves de innovación abierta. Las empresas tradicionales han dado un paso importante para conocerlas y adaptarlas. Están siendo capaces de sumarlas porque éstas ofrecen alternativas a los procesos conservadores y continuistas, que ralentizaban el crecimiento; logrando, de esta forma, innovar de manera más rápida.
Es la hora de trabajar en equipo. De cooperar de manera colectiva. De satisfacer necesidades reales. De dar soluciones y de aprovechar todo el potencial que desde Andalucía, sirve para que, sin perder el miedo a lo que no conocemos, volvamos a afirmar, de nuevo que… “Hemos descubierto e redondeado toda la redondez de la Tierra”.
